miércoles, 12 de junio de 2013

Naif

El muchacho entró en aquel ascensor del centro porteño, una mañana cualquiera, y disparó el nombre del médico ortopedista como quien pregunta la hora. "¿Alguien sabe dónde puedo ubicar al doctor Ricardo F.?" Un disparate naif, más teniendo en cuenta que ni siquiera se hallaban en un centro de salud. En medio del silencio, se escuchó una voz.
"Yo, yo te puedo decir dónde ubicarlo". La que habló fue una señora de provincia, que jamás pisaba el centro.

Tantos años después, la misma señora me cuenta la anécdota, el doctor F. operó en su momento su mano derecha. "Un pibe jovencito. Lo mandé para acá, no sé si habrá venido..."

"Acá" es un instituto de rehabilitación, en la otra punta de la ciudad.

-No lo puedo creer... ¿y qué dijo la gente que iba con ustedes en el ascensor?
-Nada, se quedaron todos así.

"Así" es con los ojos redondos.

-¿Cuántas probabilidades hay de que pase eso?
-Ninguna.
-¿Ud cree en la magia?

La mujer no demora ni un segundo en responder.

-No.
-Debería.

8 comentarios:

  1. Una serendipia. Que es solo otro modo de denominar la magia.
    Pasa, sí. Me consta.

    Me gusta mucho tu estilo, tu manera de contar.
    Ando por aquí, si se me permite.
    Saludos, Maia

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  2. ¡serendipia! Maravillosa palabra, gracias.

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    1. Es linda, sí. En la LdV hay unas cuantas serendipias etiquetadas (suena a chivo, pero no).
      Nos vemos, por acá, por allá.

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  3. LdV? Borges hubiera dicho "Disculpe mi ignorancia".
    Nos vemos, beso.

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    1. Ja, pensé que la referencia al chivo bastaba (disculpe mis presupuestos).
      LdV es La luna de Valencia, mi blog.
      Un beso, Maia

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  4. Ja, lo googleé y todo ("qué mala que soy para estas cosas tecnológicas...")

    La semana pasada leí lo que sigue:

    "Yo no soy mi infancia", dice Hombre de las Nieves en voz alta. Odia ese tipo de respuestas. No es capaz de suprimirlas, de cambiar de tema, no es capaz de salir de la habitación. Lo que precisa es más disciplina interna, o una sílaba mística que repetir una y otra vez para desconectarse. ¿Cómo se llamaban? Mantras. Lo estudió en el colegio. Religión de la semana. "Ya está bien, chicos, a callar todos, tú también, Jimmy. Pongamos que vivimos en la India y vamos a recitar un mantra. ¿A que es divertido? Que cada uno escoja una palabra, una palabra distinta, así todos tendremos nuestro mantra especial".
    "Concéntrate en las palabras", se dice a sí mismo. Las palabras raras, las antiguas, las atípicas. "Guirnalda, oráculo, serendipidad, arenga, lúbrico." Cuando estas palabras se le hayan ido de la cabeza, se perderán para siempre. Como si nunca hubieran existido.

    En mis 55 años, hasta donde yo sé, nunca leí o escuché esta palabra... ¿dos veces en la misma semana? ("¿Cuántas probabilidades hay de que pase eso?" "Ninguna").

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    1. Y yo guglié tu cita (quedarme sin saber de dónde era me hubiera producido la misma desazón que siento cuando no logro ver el título de un libro que alguien lee en el subte o el colectivo).
      A propósito, guardaría "guirnalda" para que no se pierda. Es tan linda...

      Ja, una verdadera serendipia lo tuyo. A mí me pasó algo así pero con un disco (lo cuento en LdV, un blog ignoto :)

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  5. Por respeto a Margaret Atwood, entonces: la cita que se lee en Lba es de "Oryx y Crake". :-)

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