miércoles, 10 de febrero de 2016

Hermosa

-¿Cuándo decís que me depilé?
-Ayer.
-No.
-Anteayer.
-No.
-La semana pasada.
-No, hace un mes y medio.

Con cera, agrega el pibe. Miro su pierna, salvo por un raspón y una cicatriz blanca, la piel luce lisa y bronceada. Podrían ser piernas femeninas, a no ser por el largo de las uñas de sus pies, calzados con ojotas. Observo discretamente a su acompañante, ¿serán pareja? No podría afirmarlo, ahora están hablando de chicas. Tal parece que Claudia es divertida, no es uh no sé qué, pero hay que darle tiempo. "La diferencia entre Gabriela y Claudia es que yo le cuento un chiste a Gabriela y se enoja, en cambio Claudia se caga de risa", dice el que no se depila. Y agrega que Gabriela se está poniendo pesada, está seguro de que le revisó el celular y encontró las fotos. "A mí no me molesta que quieras ver una foto, lo que no me gusta es que toques mis cosas", dice que le dijo. Pero Gabriela es jodida, después anduvo por ahí con cara de culo.

No es para menos (pienso), y hago como que miro más allá de los árboles. "Que se vaya a chupar una pija", escucho a mis espaldas. La chica debe tener unos veinte años, se acerca a la parada con el paso oscilante de los borrachos. En la mano carga un... ¿bidón? de plástico con manija, del cual bebe con un sorbete. Su acompañante responde: "No me mientas, te conozco como si fueras mi hermana, como a la palma de mi mano..." Y agrega "A vos te jode que el tipo no haya aparecido, si te quisiera no te dejaría plantada a doscientas cuadras de tu casa". "Yo no le chupo el orto a nadie", contesta la chica, hamacándose sobre sus pies en plena calle. A punto estoy de decirle que suba a la vereda, que puede ser atropellada, pero cuando vuelvo a mirarla ya está a buen resguardo.

El depilado y el no depilado se despiden con esas señas que los no iniciados desconocemos (mano, puño, esas cosas) y el no depilado trepa al colectivo. También yo y la pareja de borrachos.
Arriba sigue el tole tole, la chica llama a alguien desde su celular: "Negro puto, por qué no apareciste... ¡BALA, BALA!", grita y carcajea. "Te quiero mucho", agrega. Y por si hiciera falta, "Yo estoy borracha, pero vos sos un negro puto". ¿O no?, busca confirmar en su compañero. Ahora que viajo sentada puedo observarla con más detenimiento. Tiene una de esas caras llenas de expresividad, los párpados pintados de un celeste suave. Usa un short de jean ajustado, cuando gira deja al descubierto una incipiente celulitis (no se ha vestido para ella, no está cómoda). Una pasajera de anteojos la mira con acritud. Ah, si fueses mi hija -dice su mirada- te llevaría a cachetazos hasta casa.
La chica ahora sostiene en una mano su bebida y en la otra un cigarrillo apagado. Una lástima, le digo a mi compañera de asiento, es una linda chica. "Todas se emborrachan así ahora", contesta ella. "Es una cuestión de autoestima. Alguien alguna vez la rechazó, alguien debería convencerla de que es hermosa".

La pareja baja del colectivo. La chica prende su cigarrillo y camina a los tumbos. Se sabe observada así que saca pecho y le hace frente al mundo, una chinita para llevar a sopapos hasta la casa, los párpados celestes, los ojos tristes.

martes, 2 de febrero de 2016

Bestias

 
 


"¡Hijos de puta, bajen las armas que aquí sólo hay pibes comiendo!" Lo gritó Claudio "Pocho" Lepratti, más conocido como el Ángel de la Bicicleta, momentos antes de ser asesinado de un itakazo el 19 de diciembre del 2001.