viernes, 28 de noviembre de 2014

La queja

Acabo de darme cuenta que la queja, el quejarse, es una pérdida de tiempo. No descubrí América, lo sé, pero una cosa es haberlo oído miles de veces y otra muy distinta internalizarlo. Estuve toda la tarde armando bijou... y quejándome. Porque el collar me quedaba así, porque el collar me quedaba asá, porque me dolían las piernas y el ciático, porque seguramente los clientes iban a pedir descuento ("¿vale la pena tanto esfuerzo?"), porque en esta actividad sedentaria uno deja la salud, por el desorden en la mesa (quilombo padre) que después llevaría tantísimo tiempo acomodar, porque la radio estaba muy fuerte, por el calor, etc, etc.

El Hombre salió a hacer sus cosas. Creo que en realidad huyó. Y de repente me cayó la ficha. Si yo odio perder el tiempo... ¡todos esos minutos malgastados en quejarme, por favor! Ordené la mesa y sus alrededores en tiempo record, preparé mercadería para armar en la feria y me sobró tiempo para sentarme a escribir este posteo. El no quejarse no es algo pasivo. Vale decir, es algo que uno deja de hacer, pero el cambio obliga a estar presente, aquí y ahora. Alerta, consciente y voluntarioso.

Las piernas siguen doliendo. Sé -es más una certeza que una sensación- que si pudiese vivir de modo contínuo en el ahora, el dolor cesaría. Después de todo, la enfermedad es algo que se prolonga en el tiempo.

martes, 25 de noviembre de 2014

Anticipo de Navidad

Parecen competir, dice algún comentario. No sólo competir, parecen haber olvidado el significado de la canción, Judy (Garland) y Frank (Sinatra) deben estar revolviéndose en sus tumbas. Puede que sí, que esta versión sea un exceso. Pero me erizó la piel e hizo llorar, con eso basta.


viernes, 21 de noviembre de 2014

Porque sí

Era capaz de violentar un relato

Encontré la mayor parte de las palabras que reúne mi diccionario, en declaraciones de políticos y gobernantes. Alguien me dijo que sin duda las inventaron en un acto de premeditación a manera de baratijas para someter a los indios "porque el embaucador desprecia al embaucado". Yo no quiero disentir, pero sigo pensando que detrás de cada una de estas manifestaciones de afectación, ligeramente sorpresivas y ridículas, ha de haber un señor vanidoso, que se desvive porque lo admiren. Lo sé por experiencia. En la época de mis comienzos literarios, yo era capaz de violentar un relato o una argumentación, para encontrar la oportunidad de escribir lo porvenir (en lugar de el porvenir, que según Baralt era incorrecto), figurero (que Azorín proponía para reemplazar snob), dél y dellos (por de él y de ellos). Probablemente pensaba que alguna vez, en algún libro, se diría "Bioy usó la expresión".

Adolfo Bioy Casares, Diccionario del argentino exquisito.

Números arbitrarios

Catorce son los años de manchas que quita su pasta dental. Reunión de creativos:

-Diez es poco.
-No pongamos trece, es yeta.
-Tampoco quince, se asocia a los cumpleaños. Catorce años de manchas, ahí está.

Desde el 2000 para acá, antes nada.

¿Lo qué?

Otra pasta dental. La profesional consultada señala que el paciente de dientes sensibles busca no tener que evitar los momentos de dolor. O algo parecido, cada vez que la escucho me desconcierto de igual modo.

Pegadizo

Y porque sí, un tema pegadizo.



lunes, 17 de noviembre de 2014

Papá bueno

Suelo ver Bendita, el programa conducido por Beto Casella, sin otra pretensión que la de bajar un cambio y, no pocas veces, reir con ganas. ¿Es Redrado histérico o perverso, es el de Maradona un amor enfermo? Todo eso debatido mientras mastican galletitas y publicitan antiespasmódicos. Aquí y allá aparece alguna perlita, como las intervenciones de un psicólogo de quien no retuve el nombre.

Vez pasada lo enganché hablando de la entelequia. La entelequia, explicó, es una verdad que no se discute. Un ejemplo de entelequia podría ser la aseveración de que todos -tarde o temprano- moriremos. Los chicos tienen sus propias entelequias: una afirma que los padres son buenos. Un niño no percibe errores ni conductas reprobables en sus padres, en cambio siendo adulto puede discernir. El psicólogo escribió en la pizarra una P y un signo + y los envolvió en un círculo. Papá bueno. Ahora bien, a veces la realidad muestra otra cosa; papá insulta, golpea o es abandónico. Aquí trazó una R, también envuelta en un círculo. Al chico se le presenta entonces un problema enorme, en apariencia insalvable, la entelequia y la realidad que la desmiente. ¿Cómo deshace el embrollo mental, a qué conclusión arriba? El psicólogo volvió a la pizarra y debajo de la P+ y la R trazó dos flechas que se unieron en la siguiente frase: No soy digno.

Qué terrible para la autoestima, pensé con los ojos redondos como el dos de oro. A lo largo de toda una vida, incluso.

lunes, 10 de noviembre de 2014

La valentía

Todos los 25 hasta que se vaya Monsanto. Así se llama el grupo, gente con huevos.


Maestra dando testimonio.


Sí señora. Usted -diría Bertolt Brecht- es de las imprescindibles.



jueves, 6 de noviembre de 2014

Su compromiso con la comunidad y con el cuidado del ambiente

Denuncian penalmente a Coca-Cola Life por la tala “bestial” de árboles

Después de lo trascendido en el día de ayer, en el que una ciudadana porteña acusó a Coca-Cola de talar árboles en su barrio para que se vea su cartel publicitario, el Gobierno porteño decidió denunciar a la empresa internacional
PuraCiudad.com
Jue, 6 Nov 2014 10:23 +0000

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Denuncian penalmente a Coca-Cola por la tala "bestial" de árboles. (Vía Twitter: Ana Correa)


Luego de que se informara anoche sobre la polémica desatada en las redes sociales a raíz de la tala de árboles para hacer visible un cartel publicitario de Coca Cola Life, el Gobierno porteño tomó cartas en el asunto y denunció penalmente a Coca Cola por talar árboles de una plazoleta de la localidad de Belgrano.
La plazoleta se llama Eduardo Olivera y está ubicada en avenida Libertador y la calle Virrey del Pino, justo encima del túnel que cruza las vías del ferrocarril Mitre, ramal Tigre-Retiro.
El hecho incluyó la tala de dos palos borrachos, dos ficus, un cerezo y un paraíso. Según describe el Ministerio de Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires, “en todos los casos fueron serruchados bestialmente y particular ensañamiento recibieron los palos borrachos, que además fueron hachados longitudinalmente".
En el espacio verde quedaron en pie e intactos cuatro árboles más, cuyas copas no interrumpen la visibilidad del cartel publicitario contratado para publicitar una bebida “natural” de la empresa Coca-Cola.
Información adicional de La Gran Época
La compañía Coca-Cola se comunicó con La Gran Época para compartir su descargo:

Coca-Cola de Argentina afirma que no tiene ningún tipo de responsabilidad sobre la tala de árboles ubicados en la plaza de Av. Del Libertador 5500 de la Ciudad de Buenos Aires. En ningún momento la Compañía ha solicitado ni consentido la tala de árboles y está a disposición de las autoridades correspondientes para colaborar en todo lo que sea necesario para el esclarecimiento del hecho. Presente en la Argentina desde hace más de 70 años, Coca-Cola reitera su compromiso con la comunidad y con el cuidado del ambiente.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Podemos ir a cocinar tranquilos

Siempre me engancho con esas películas donde, por ejemplo, el muchacho de barrio marginal sale adelante gracias a algún talento innato.

Él, siempre bordeando la delincuencia, es obligado a realizar trabajos comunitarios en la escuela de arte donde causó destrozos. Es de cajón que no tardará en descubrir a la niña rica que estudia ballet y que tiene un novio soberbio y mala gente. Sabemos también (podemos ir a cocinar tranquilos) que ella no tendrá con quién ensayar la presentación que significa TODO en su vida, entonces nuestro amigo -escobillón en mano- ofrecerá su ayuda que ella rechazará con desdén, para finalmente bla bla. En fin, lo de siempre. Una excusa para el baile final, donde invariablemente habrá alguna autoridad "severa" siguiendo el ritmo.

¿Qué más queremos, un guión?



lunes, 3 de noviembre de 2014

En cualquier momento llueve

Amable

Compré un nylon largo para el puesto en la feria. De dos por ocho metros. Tenía que ser suficientemente pesado como para que el viento no lo chicoteé, pero no tanto como para no poder cargarlo. Así que, bastante orgullosa de mí misma, ayer armé mi iglú. Y comprobé, una vez más, que la realidad es diferente a la idea de realidad. El viento embolsó el nylon como a una vela y tuve que sentarme sobre uno de los travesaños de la estructura, que caminaba sola. Cuando dio un poco de tregua, conseguí que me prestaran un rollo de cordel y lo até como pude. Los ganchos resultaron demasiado chicos para el ancho de los travesaños, la cinta de embalar no pegaba por la lluvia. Por la lluvia, y porque el viento insistía en adherirla a mis dedos.

Descubrí que es fácil ser amable en circunstancias normales. Pero que en días así, la falta de solidaridad genera encono. Ahí estaban mi compañera de enfrente y su sobrina, sentadas a escasos metros de mi puesto (se habían acercado buscando el amparo de un techo), contemplando el espectáculo de mi lucha contra las inclemencias del tiempo. "Oigan, ¿me van a ayudar?", terminé aullando contra el viento. No hubo respuesta. "Porque si no van a ayudar, miren para otro lado, que esto no es el cine", seguí furiosa. Mi compañera hizo un gesto con el mentón, tipo qué te pasa. "Que miren para otro lado -dije chumbándolas con la mano- que no estoy para entretenerlas". Ah, sí, es fácil ser amable cuando el sol brilla en lo alto.

El perdón activo

Descubrí también que el perdón tiene mucho de activo. De por sí, ya es bastante meritorio poder anunciar: "yo no le guardo rencor a nadie". ¿Pero es uno capaz, además, de recomponer el vínculo? Por ejemplo, se da mucho en esos casos donde los parientes se pierden el rastro por años. No, no los odiamos. Pero, ¿los amamos? ¿Hay auténtico perdón, si aún guardamos reservas?

A capella 

Lindo para remontar la lluvia.

https://www.youtube.com/watch?v=oGFXBCzFH1g