miércoles, 28 de enero de 2015

En el subte

I

La chica llora, con sus auriculares puestos. No hay duda, las lágrimas corren abundantes. Tironea en su bolso de un pañuelo descartable y se seca con toques que pasan desapercibidos, máxime porque de vez en cuando toma jugo de un cartón. Al lado suyo, otra pone especial cuidado al pintarse las pestañas. No sé cual de las dos ofrece el gesto más íntimo.

II

Venimos compartiendo subte desde Plaza Flores, pero no es hasta que el vagón se llena de gente, en San Pedrito, que la ciega decide compartir su canto con los amigos.

En un barrio de Asunción gente viene, gente va 
ya está llamando el tambor, la galopa va a empezaaar... 

Pucha que eligió un tema difícil.

3 de Febrero llegó, el patrón señor San Blas 
ameniza la función la “Banda de Trinidad”. 


Debajo de la enramada ya está formada la rueda 
y salen las galoperas la “galopa” a bailaaar.... 


La ciega hace una pausa. Ah, gracias al cielo, ahí arranca de nuevo.

...luciendo el kîguá verá, zarcillo de tres pendientes, 
anillos siete ramales y el rosario de coral. 

Galopeeera... baila tu danza hechicera. 
Galopeeera... mueve tus plantas desnudas 
cimbreando la cintura en tu promesa de amor. 


Miro mis pies, incómoda. Una mujer hurga en su cartera, pero sólo para extraer el celular. Aquí y allá hay movimientos similares, ruido de papeles consultados. Nadie mira a la cantante. 

La morena galopera de la sangre indolatina 
luce dos trenzas floridas y viste...


Largo silencio. Lo menos que puede pretenderse es que sepa la letra, pienso impiadosa.

... tîpoy seguaaá 
Sobre su cabeza erguida lleva en cántaro nativo 
agua para el peregrino la hermosa... mitacuñá 

Y así sigue la función al compás de la galopa 
suenan alegres las notas estridentes del pistón, 
mientas se oye el zumbido del bombo y los platillos 
va quejándose el trombón y redoblando el tambor. 


Está bien, da lo que puede. 

Galopeeera... sigue tu danza hechicera. 
Galopeeera... soy tu ardiente soñador 
dame un poco de agua fresca de tu cántaro de amor, 
dame un poco de agua fresca de tu cántaro de amor.


La gente devuelve un aplauso generoso. Ahora voy a pasar cantando un carnavalito, anuncia la ciega. ¿De dónde salió todo ese dinero? La ciega lo junta en su mano, billetes y más billetes que aferra como puede. 

Rodeada de extraños cierro los ojos, confiada. No es cierto que estemos solos. Es un mundo amigable. Galoperaaa... se alcanza a escuchar en el vagón siguiente.

viernes, 16 de enero de 2015

La fiesta del ahora

Yo no sé por qué tarda tanto

El ciego está parado sobre un montículo de tierra, donde alguna vez hubo un árbol. Espera un colectivo, ¿pero cual? Vuelvo sobre mis pasos. Hola. Hola, dice el ciego. ¿Puedo ayudarte, qué colectivo esperás?
El 180, dice el ciego. Tendrá unos treinta años, viste impecable y se maneja con soltura. Va hasta más allá del parque, explica. Hay una colonia de discapacitados. No puede tomar el 4 porque el 4 lo deja en la autopista.

-¿Ud también toma el 180?
-No, pero me quedo con vos hasta que llegue.
-Hasta donde voy son como quince cuadras, el 180 me deja en la esquina.
-Espero verlo, soy chicata.
-Es uno rojo.

Revuelvo en la cartera buscando los anteojos. Un colectivo dobla desde la avenida. Entrecierro los ojos, pero no es hasta que lo tengo encima que leo el 180. Lo sigo con la vista, es rojo. Maldición.

"Yo no sé por qué tarda tanto", dirá más tarde el ciego.

Me cuenta que trabaja en el Ministerio de Educación, que tiene vacaciones hasta febrero, que va a la colonia a verse (sic) con amigos, que enseña a otros ciegos a manejarse con el bastón, que lava, plancha, cocina y limpia su casa. "¿Planchás? ¿Cómo hacés, te guiás por las costuras?" "Todos me preguntan lo mismo. Simplemente pongo la camisa frente a mí, como podría hacerlo ud, y plancho". "No, yo no plancho, detesto planchar". "Es que no puedo ir al trabajo con la ropa arrugada..." Y agrega: "Hago todo lo que hacen, o no hacen, los demás".

Ahora sí, el 180. Mi ciego (a esta altura es mi ciego) camina unos pasos tanteando y buscando la puerta del colectivo, detenido unos metros más allá de la parada. "¿Me dejás atrás del parque, en la colonia?", pregunta mi ciego después de subir. "No, voy por la autopista", dice el colectivero. "¿Pero no es que el 180 va hasta la parte de atrás del parque..?" No, no va. El colectivero arranca en medio de las preguntas.

No sé de qué me preocupo, mi ciego va a llegar igual.

La fiesta del ahora

Hoy limpié los pisos de la cocina y el baño, y la puerta de la heladera, a fondo. No hubo apuro, fastidio ni cansancio, no hubo un "deber hacer". Sólo el acto de limpiar. Los medios como un fin en sí mismos.

jueves, 8 de enero de 2015

Me extraña que esto no haya sucedido antes

Ayer vi y escuché, en América Noticias, a una mujer cuyo nombre no retuve. Su mirada sobre el atentado a Charlie Hebdo difiere notablemente de cuanto pueda leerse hoy en los diarios.

Contó de cómo los franceses hijos de inmigrantes carecen en absoluto de oportunidades laborales, de vivienda, de estudio. Habló también del miedo que le provocaba una posible reacción en Francia contra la comunidad árabe, ya de por sí segregada. Conoce a muchos, es gente tranquila, para nada fundamentalista, y teme por ellos. La periodista al frente del noticiero le preguntó entonces si creía que son las condiciones de vida de los inmigrantes -más la xenofobia alimentada por la extrema derecha- las que generaron una suerte de "caldo de cultivo" que culminó en este ataque. Sí, respondió la mujer. "Me extraña que esto no haya sucedido antes".

Era llamativa su capacidad para bucear un poco más allá del horror inmediato.