viernes, 30 de agosto de 2013

Viejos cassettes y cds

Hoy es el turno de acomodar viejos cassettes y cds. Por ahora parecen sólo cambiar de sitio. Encuentro Anhelo, de un joven José Cura y me demoro en dos poemas de Neruda.


Cuando yo muera
(Cien sonetos de amor, LXXXIX)
                         
Cuando yo muera quiero
tus manos en mis ojos:
quiero la luz y el trigo

de tus manos amadas
pasar una vez más sobre

mí su frescura:
sentir la suavidad

que cambió mi destino.

Quiero que vivas mientras yo, dormido,
te espero,
quiero que tus oídos sigan

oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar

que amamos juntos
y que sigas pisando la arena

que pisamos.
 
Quiero que lo que amo siga vivo
y a ti te amé y canté sobre

todas las cosas,
por eso sigue tú floreciendo,

florida,

para que alcances [todo] lo 
que mi amor te ordena,
para que se pasee mi sombra
por tu pelo,
[para que] y así conozcan
la razón de mi canto.
 
 
Amor mío, si muero y tú no mueres
(Cien sonetos de amor, XCII)

Amor mío, si muero y tú no mueres,
amor mío, si mueres y no muero,  
no demos al dolor más territorio:  
no hay extensión como la que vivimos.

Polvo en el trigo, arena en las arenas
el tiempo, el agua errante, el viento vago
nos llevó como grano navegante. 

Pudimos no encontrarnos en el tiempo.

Esta pradera en que nos encontramos,
oh pequeño infinito! devolvemos.
Pero este amor, [amor], no ha terminado, 

 
Y así como no tuvo nacimiento
no tiene muerte, es como un largo río,
sólo cambia de tierras y de labios.


 
Y después, un cd de Obra inversa, con una bella adaptación de una poesía de L. Houston.
 
Growing together
 
After a short rain
Después de una breve lluvia
We stepped into the garden
Salimos al jardín
Growing together.
Creciendo juntos.
 
Cómo no escucharlos.
 

miércoles, 28 de agosto de 2013

Siria

Qué pena siento por Siria. Y una suerte de deja vu... ¿no vivimos ya esto de que Estados Unidos ataque a otro país por poseer armas químicas? ¿Armas que, por otro lado, nunca se encontraron?
Hablamos de Estados Unidos, el único país del mundo que lanzó la bomba atómica. Dos veces.
¿A quiénes hay que temer, quiénes son los mayores terroristas?

Cuando bombardearon Bagdad, mostraron por televisión a un chiquito que había perdido a su mamá, su papá y sus hermanos. También ambos brazos y piernas. El pibe -de unos siete u ocho años- miró derecho a cámara y reclamó con desesperación: "¡Devuélvanme las manos!" Una médica inglesa se apiadó de él y prometió llevarlo a Londres para que le pusieran miembros ortopédicos. En aquel momento pensé en los tantos heridos que no tuvieron la suerte de ser filmados. Y a eso lo llaman guerra.



lunes, 26 de agosto de 2013

Buenas nuevas



El ritual

"¿Cómo les anda la vida?", les pregunto a Caritas y a Suray.

-Estoy cansada, presionada y ansiosa...
-Ah, bueno.
-...agotada, angustiada e irascible...
-¡jaja!
-...poco creativa y... cómo se dice... improductiva. Igual tengo momentos de alegría.

Estamos esperando que el despistado que estacionó su camioneta Ford sobre Defensa, hoy domingo, venga a retirarla. Como tarda lo suyo, varios armamos nuestros puestos delante. Cuando finalmente aparece -pidiendo mil disculpas, justo es reconocerlo- debemos realizar toda una movida que incluye desarmar lo armado y hacerle lugar suficiente para que pueda salir.
Cuando no es un auto, se trata de un volquete. Sucede tan a menudo que ya es un clásico.

A media tarde aparece una pareja y se ubica justo enfrente. Así nomás, los dos parados, ella ofreciendo unos saquitos colgados en perchas y él con un sahumador del cual sale un humo espeso. Venderá lo que se quema, pienso. El olor me remonta a muchos años atrás, intentando "limpiar" el departamento que alquilaba, lleno de problemas. Alguien nos había pasado el dato: incienso, ¿mirra? y algo más que no recuerdo sobre brasas calientes, había que recorrer todos los ambientes haciendo oscilar el sahumador (en este caso, una vulgar lata de duraznos con manija de alambre) como en un ritual de iglesia. La pareja se queda sólo unos minutos, Caritas los invita a seguir caminando. Invita es un decir, ya fuimos todos alcanzados por el humo.

Es de noche, en casa. Recién ahora tomo conciencia: un hombre cualquiera (me gusta imaginarlo perceptivo), ha purificado nuestro lugar de trabajo con la misma fórmula recomendada allá lejos y hace tiempo.

Time is money

Me estoy comunicando mejor. Es decir, pienso en la persona que tengo enfrente y armo una frase coherente para ella. "Buen día. Mirá, quería averiguar... si yo les traigo un original, ¿ustedes pueden hacer el molde?" Parece sencillo. Lo es. Sucede que antes le miraba los ojos o el corte de pelo, y me quedaba ahí, tildada. Y la frase surgía más o menos como sigue: "Eh... hola. Eh... yo, este... cómo es... Yo, eh, trabajo haciendo manualidades, no? Y bueno, el tema es que quiero hacer una figura y, y..." Resoplido del que esperaba detrás y enarcada de ceja del vendedor, cosa que llevaba mi atención hacia esa ceja y me hacía balbucear todavía peor.

-Lo que necesito saber es si venden moldes...
-Sí, claro, ésta es la Casa de los Moldes.
-No, no me entendés, si ustedes hacen moldes.
-...
-A pedido.
-Ah! No.
-Claro, llamé hoy a la mañana pero el teléfono daba ocupad...
-Señor, ¿qué necesita?

"Gracias, muy amable...", murmuraba sin respuesta. Y enfilaba hacia la puerta con la cola entre las patas.

He descubierto las bondades de la comunicación directa.

viernes, 23 de agosto de 2013

Habilidá soocial

Cada tanto me llegan invitaciones a un Café Filosófico. Ya saben, esos encuentros donde se debate un tema y todo el mundo espera la pausa para abalanzarse sobre el refrigerio. "Habilidades para iniciar nuevos vínculos y mejorar los existentes", es la última propuesta. Interesante. El capital social, diría Bourdieu.

Se ve en la feria. Cuadras y cuadras y más cuadras de puestos censados donde ya no cabe un alfiler, donde las peleas recrudecen a diario por escasos centímetros de pasillo. Sin embargo, el nuevo encuentra lugar. ¿Cómo hizo? ¿Cómo cuernos hizo? Habilidad social. Sonrisas, algo de escucha empática, matecito en mano... Bingo, un espacio. Llegó hace sólo dos semanas y parece estar desde siempre. "¿Qué Roberto?" dice una, caída del catre. "Roberto, el de las pulseras, arma ahí hace un montón..." Que lo tiró. Roberto, mi vida, acá como nos ves hicimos guardia durante meses desde las dos de la mañana, cantándonos de frío, para hacernos un lugar. "¿Cual Miguel?", sigue una en su despiste. "Miguel, el cordobés, el de la ropa linda". "Mfrum..." contestamos. Miguel, me das envidia, YA estás quitando ese perchero enorme.

No hay caso, nacen con buena estrella. Si los demás revendedores son invitados a retirarse, ellos ofrecen pins de Violetta en la mejor esquina. "Sólo por hoy, que es feriado. Qué le iba a decir, pobrecito". Pobrecito nada, que sufra, carajo. Como el resto de nosotros, los olvidados a la hora de jugar al Gordo de Navidad. Ellos no deben madrugar ni apresurarse, nunca falta quien diga: "Mirá que acá arma Fulano". Y Fulano aparece a media mañana, descansado y sonriente. Él es así, libre como un pájaro, viste cómo son los cordobeses (cubanos, colombianos, uruguayos). Hay que entenderlo, viene cuando puede.
Los demás firmamos una planilla de asistencia, el propósito es acreditar un 80% de presentismo. ¿Fulano? Hoy no lo vimos. Pero esperá, ahí viene... al frente de la comparsa. Con razón no armó, se ve que tenía que ensayar. Pobre.

jueves, 22 de agosto de 2013

Pre-juicios



El murmullo viene desde la cocina, así que asomo la cabeza.

-¿Qué?
-Que tengo que escuchar a un pelotudo que dice "A mí me gusta mirar la luna, y a vos?"
-A vos también te gusta mirar la luna.
-...
-¿Te gusta o no te gusta mirar la luna?
-Sí, pero este tipo habla todo el tiempo en primera persona, ¡qué me importa si va a yoga o no va a yoga!

El Hombre habla de un conocido locutor de radio, claro. Yo intento su defensa.

-No me parece mal que hable de sí mismo, no compromete a nadie más de esa forma.
-Pero se supone que la radio debe informar y habiendo tantos temas importantes éste habla todo el tiempo de lo que le sucede, como si fuese una autoridad.
-Al contrario, está diciendo que no sabe nada de Artes Plásticas y sin embargo a veces una pintura lo moviliza. O que otras no entiende lo que dice una canción o un mantra, pero algo dentro suyo vibra.
-¡Y a mí qué me importa! No me interesa nada de nada... ¡me obligás a escuchar algo de él!

Ah, la mano viene brava.

-Bueno, es como si alguien dijese "A mí qué me importa que Maia no tenga espacio para su placard". Es mi blog, y de lo cotidiano también surgen verdades.
-Sí, pero si para leer o escuchar algo como la gente hay que bancarse toda una sarta de sandeces...
-Sandeces para vos, por ahí alguien se siente reflejado.

Terminamos escuchando Radio Nacional, un análisis sobre el impacto de las multinacionales en el ecosistema de Ecuador.

Por ahí se trata sólo (¿sólo?) de prejuicios. Tanto de un lado... como del otro.

martes, 20 de agosto de 2013

La vida, esa feliz incertidumbre

Definición

Leo Esos celos que tanto dañan, un texto de Alejandro Gorenstein para la revista Viva. Casi sobre el final, me atrae una definición: La vida es una feliz incertidumbre. Lo afirma Luis Buero, psicólogo social que dicta talleres para celosos en el Hospital Tornú. Más específicamente: "Cuando uno logra entender que la vida es una feliz incertidumbre, fluye mucho mejor".

Qué cosa, nunca se me hubiese ocurrido juntar "feliz" con "incertidumbre".

Preguntillas

Vimos Corazón de león. Linda, recomendable. Lástima que el personaje que compone Francella sea poco menos que millonario (arquitecto exitoso, un caserón de aquellos, viajes a Río, etc). ¿Qué pasaría si hubiesen contado la historia de un enano en un barrio obrero, con dificultades para llegar a fin de mes? ¿Se hubiese "entendido" tan fácil el amor que despierta en la Ivana de Julieta Díaz? ¿Hubiese resultado igualmente admirable sin los logros materiales, producto de su "voluntad de hierro"?

Para ser amados, ¿alcanza con sólo ser? ¿O se trata de una utopía de libro de autoayuda?

La bolsa azul

En la entrada al edificio. Una bolsa azul oscuro, larga, con las iniciales PFA estampadas en celeste. Uno de los polícías presentes descorre un poco el cierre. La mujer se agacha y observa, su cara no refleja ninguna emoción. El Hombre, testigo circunstancial, se obliga a decir "La acompaño en el sentimiento". Él también alcanza a reconocer al vecino del 5°.

Apenas una bolsa azul.

Apenas un murmullo hoy, en la  librería. La misma mujer, seguramente, hablando de espaldas con voz queda. Las empleadas escuchan, serias. En el aire sobrevuela la palabra "trámite".

Códigos

Le robaron al barrendero de la feria, le cuento al Hombre. La carterita, con la tarjeta de crédito, la de débito y el celular. Los borrachines de siempre. Gastaron quinientos pesos en vino y cerveza antes que bloquearan la tarjeta. El barrendero se siente traicionado. "Es que ahora no hay códigos". Ladrones eran los de antes.

Cepillo, por caso, un muchacho de los más audaces. La acción se desarrollaba en la década del '50, en el Bajo Flores, barrio de taitas y malevos. Cepillo afanaba un caballo en el remate de Gripo, cerca de la cancha de Sacachispas, allá por Lacarra al fondo. Le metía una cuerdita en la boca, lo montaba en pelo y salía a mostrarse. Cuando se aburría enfilaba para Avenida del Trabajo, entre Mariano Acosta y Pergamino. Ahí, en el pulmón de manzana, quedaba el Mercado del barrio. Sobre la avenida se desplegaban locales comerciales: mercerías, sederías, tiendas de ropa y tejidos que se exhibían colgados sobre la vereda. Tal parece que a Cepillo los colores lo volvían loco, avanzaba al galope, se subía a la vereda, pasaba por una tienda cualquiera y arrebataba algo al paso. "Los turcos lo perseguían por la calle agarrándose las boinas, pero qué iban a alcanzarlo..." El espectáculo no tenía parangón. Después Cepillo repartía en la villa lo que robaba a los ricos.

Un día, un cana cualquiera cortó su galope disparándole en la espalda.

viernes, 16 de agosto de 2013

Una conversación inteligente



Se me ha hecho costumbre conversar conmigo misma. Es útil. Es también -dice una compañera de feria- la única forma de mantener una conversación inteligente. Toda esta semana estuve (estoy, todavía) intentando poner orden después de la mudanza.
Buen Dios, no invoco Tu Nombre en vano. Qué quilombo. Así que volviendo a lo que les contaba, empiezo mis días más o menos así:

"Bueno, dale, ponete las pilas. A ver por dónde podemos empezar... ¿te parece por acá?" Ah, porque me hablo y me contesto. Y lo bien qué hago, es difícil mantenerse centrada cuando una encuentra juntos un protector bucal y la Partida de Nacimiento Original, según consta en el sobre. Cómo no tener bruxismo, imposible zafar del bruxismo.

Bien, bien. Bien bien, mejor hacerse un café. Nos probamos el protector bucal ante el espejo del botiquín, nos da cierto aire a pugilista. ¿Lo usaremos alguna vez? Creemos recordar que estas cosas salen caras, así que lo enjuagamos y dejamos secar dentro de su estuche, sobre el tender de ropa. El tender de ropa está detrás de la bicicleta que está al costado de las plantas que están al lado de la mesa. Sigamos, me digo. Hurgo en una bolsa de consorcio y saco una carpeta de Sarah Kay con los elásticos vencidos. Curso de Nivelación, dice la etiqueta (también de Sarah Kay, con vestido de patchwork, botitas y cofia). No me animo a tirarla. ¿Y si algún día vuelvo a ejercer? ¿Y si no recuerdo, por ejemplo, que la Dirección de Educación Primaria depende de la Dirección Provincial de Educación Básica que a su vez depende de la Subsecretaría de Educación que a su vez depende del Ministerio? ¿Y si paso vergüenza? Menos mal que me hablo. Si alguna vez vuelvo a ejercer (cosa improbable), habrá un nuevo Curso de Nivelación o alguna otra manera de ponerse al día. Doblo en dos la carpeta de Sarah Kay, la meto a presión en el tacho de basura y me congratulo por mi sensatez. ¿Cuál? La siguiente media hora la paso agrupando las agujas de un viejo costurero. Dentro reposan tres huevos de madera. Tres. Para zurcir. "Pero si vos no zurcís". Qué importa, cómo voy a tirar el huevo de madera de mi abuela, si hasta tiene un nudo precioso. Y el pintado es de la Omi, mi profesora de alemán. El tercero no sé.
"Qué buena idea, voy a poner los tres juntos en un cuenco de madera". Busco y busco, pero la única caja de madera donde entran es demasiado chica, no se entiende qué hace el huevo más grande asomando y menos con esa grieta que le sale del nudo. Resignada, guardo todo el contenido del viejo costurero en una bolsa, al lado de dos (2) riñoneras antirrobo.

Cuando el Hombre se va, me encuentra planchando.

-¿Qué hace? Tire eso, los pañuelos no se usan más.
-Alguna vez nos van a invitar a un evento importante y va a quedar feo que saques papel higiénico del bolsillo.
-Pañuelos descartables.
-No.
-Rollo de cocina.
-Ah, muy elegante.

Digo eso y plancho la esquina de un pañuelo minúsculo, con feas flores rojas sobre fondo blanco.

-Además los pañuelos sirven para no planchar directamente sobre la tela.
-Para evitar el brillo en las camisas.
-Para evitar el brillo en las camisas.

Tengo que ser más agradecida. Hace tan sólo una semana parecía imposible que se pudiese guardar todo y ahora... ahora sólo quedan unas cuatro bolsas de consorcio.
Buen Dios.

lunes, 12 de agosto de 2013

Mario

Hola, Mario? Mire, le hablo de parte de la empresa tal, necesito mudar un placard. ¿Cuánto están cobrando? Mjú, bueno..., ¿qué día? No, sábado no puede ser, trabajo en una feria. Viernes a la tarde... ¿a qué hora? Bueno, lo llamo el jueves y combinamos.

Hola, Mario? Lo llamo por el tema de la mudanza del placard, se acuerda? ¡No escucho nada, Mario! Mario, Mario... ¿a qué hora mañana? ¡Cómo a las 12, ud me dijo de tarde-tarde! ¿Y no puede ser el sábado? No me dan los tiempos, Mario.

Sí, se cortó. Ajá. Y bueno, qué va a ser. Escuchemé, aparte del placard tengo que mudar un arcón, ¿entrará? Qué sé yo cómo explicarle... un arcón. De madera. Vengasé con martillo, clavitos, frazadas, todo.

Durante cuatro horas embolso sin descanso, es ridículo ponerse a clasificar nada. Ni siquiera hay lugar para los recuerdos, ya son casi las doce. Mario me dirige una mirada torva, olvidé decirle que son dos pisos por escalera. Igualmente, él solo parece capaz de cargarse el placard al hombro. El Otro es apenas alguien que se desliza atrás. Mientras ellos desarman la parte de abajo del placard en tiempo record (no me gustan nada los ruidos y golpeteos), yo paso la aspiradora al techo de la baulera.

Mario, tengo que llevar también esa cajonera y las bolsas que están sobre la mesa. ¿Le viene bien esta escalerita? Para ustedes, para usar en las mudanzas. ¿Sí? Qué bueno.

Espero y espero en la puerta de entrada al edificio, sólo falta el arcón. ¿Cómo pueden tardar tanto? Ah, qué gente tonta, la escalerita (dos escalones de madera maciza que pesan lo suyo) descansa sobre el arcón, Mario y el Otro avanzan cargando ambos entre resoplidos y jadeos. Finalmente arrancamos. El Otro maneja la camioneta, Mario carga el vidrio de la cajonera y yo voy del lado de la ventanilla. Algo digo, esas cosas que se dicen cuando uno viaja con desconocidos. Mario no parece escucharme. Tiene ojos oscuros y, en estos momentos, cara de niño grande. Sigo su mirada. En la vereda, una muchacha de piernas largas va y viene despacio. Piernas largas o short mínimo, según se mire.
"Ud se había separado, no?" Lo miro con sorpresa, se ve que me ha mudado antes. "Sí... ¿Estaba llorosa?" Pregunto desde la curiosidad, casi como si hablásemos de un tercero. "Me acuerdo por un detalle. Ud dijo: me voy a tomar una cervecita para ahogar las penas". Busco el apoyo del Otro. "¡Es un chusma, algo que pasó hace años!" Lo digo livianamente, lo pienso en serio. Y él, Mario... ¿qué estado civil tiene? Separado, con tres hijos. "Ella era una loca". ¿Por qué una loca? "Yo hacía todo mal".

El arcón -explico- no es cualquier arcón. En el año 36, mi abuela materna y sus seis hijos se embarcaron hacia la Argentina. Huían de la guerra civil española. En varios arcones como éste -con sus herrajes y su barreta de hierro- trajeron su ropa, sus libros y demás pertenencias. Yo lo amo, entonces, porque tiene historia. Mario y el Otro asienten.

Es gente parca. Tienen puesto el GPS, así y todo no parecen dar con el barrio. Observo atenta las calles desconocidas, por un instante de paranoia hasta sospecho un secuestro. El Otro murmura: "Qué altura de... será esto". Decido llamar al Hombre para averiguarlo. Mi celular no tiene crédito suficiente, Mario me alcanza uno que saca de la guantera. "Vida, ¿qué altura de... será?" "¡Ay, mi amor, ... al tanto!" Horror y más horror. He dado una dirección equivocada. Es decir, la altura está bien, pero no corresponde a la calle donde vivimos sino a la que la corta. Para distraerlos, elijo la anécdota menos apropiada: les cuento sobre la vez que pedí helado por teléfono y di el piso y departamento de donde vivía antes. El repartidor llamó al rato desde la heladería para decirme que la dirección era incorrecta, y yo le discutía que no. "¡Cómo no voy a saber dónde vivo!", fue por ese entonces el argumento irrefutable. "Contento, el de la heladería...", masculla el Otro. Nos hemos desviado lindo. Algo así como una excursión a los indios ranqueles, digamos. El resto del viaje transcurre en silencio.

¡Al fin en casa! ¡Al fin con todo en casa! Me sirvo un gran vaso de soda y alcanzo otros dos, al menos Mario está transpirado de pie a cabeza. "Por favor, reemplacen los clavos torcidos del terciado". "No pida la factura antes que llegue el mozo". Qué puedo hacer, nada. Nada, salvo refugiarme en la cocina, lejos de los martillazos. Con el Hombre iniciamos una discusión sobre dónde poner el viejo televisor. "Sobre la cajonera, al costado del placard". "¡Pero no vamos a poder abrir la ventana!" Imposible no ser oídos, Mario sugiere ubicarlo en la baulera del placard. Una idea elegante, pero poco práctica: vamos todos de un lado al otro sorteando bolsas de consorcio repletas de ropa, libros y fotos.

Terminada la mudanza y ya en el ascensor, un Mario agotado me mira de lleno. Habla despacio, con autoridad, separando las sílabas. "Señora, no se separe más".

sábado, 10 de agosto de 2013

Por fonética

En un tiempo solíamos reírnos de un guitarrista que tocaba en Plaza Dorrego. El pibe pretendía cantar en inglés, y no pegaba una. Igual sonaba a blues, pero lo único que se entendía con claridad eran sus "yeah, baby". Hoy recordé nuestros propios cantos de adolescentes, más exactamente Year of the cat. Alguna amiga tomaba la guitarra... y las demás entonábamos entusiastas.

In the morning from a bell cat movie
in a country where they tell about time
you go stroling to a card picture lory
comes to play in a crime

¿stroling to a card? ¡picture lory! Recuperada la cordura, enderezábamos el rumbo:

She comes out of the sun in a soft dress
running like a water color in the rain
don't bother asking for explanations
she'll just tell you that she came
the year of the cat.

Las únicas dos estrofas que cantábamos, dicen en realidad:

On a morning from a bogart movie
in a country where they turn back time
you go strolling trough the crowd like peter lorre
contemplating a crime

She comes out of the sun in a silk dress running
like a watercolour in the rain
don't bother asking for explanations
she´ll just tell you that she came
in the year of the cat

Nuestra versión de A horse with no name:

On the first part of the journy, you where looking to the past, they where rock, and birds and rock and things, they where hills and mju ju jú
The next thing I saw was a... lalala lá.

Y todo así. ¿La letra original?

On the first part of the journey
I was looking at all the life
There were plants and birds and rocks and things
There was sand and hills and rings
The first thing I met was a fly with a buzz
And the sky with no clouds
The heat was hot and the ground was dry
But the air was full of sound

I've been through the desert on a horse with no name
It felt good to be out of the rain
In the desert you can remember your name
'Cause there ain't no one for to give you no pain
La, la ...

Manu supo tener (en Clarín blogs, o Blogs de la gente) un blog maravilloso que se llamaba "La vida con humor".
Lo conocí en un encuentro de blogueros, en Palermo, un gordito callado que nos estudiaba desde su silla. Manuel había dejado su blog porque ya le resultaba imposible contestar la inmensa cantidad de comentarios que le dejaban. Uno de sus posteos trataba justamente de este tema, del cambio de letra en las canciones. Pocas veces me reí tanto como leyendo lo que la gente creía que decían. Búsquenlo, vale la pena cada posteo.

Ésta no es tan conocida, pero seguramente tampoco dice lo que yo cantaba: "It's a shame the way you miss around with the men..."

jueves, 8 de agosto de 2013

Besamé

Hay veces -las más de las veces- en que la realidad nos sobrepasa. Aunque no nos demos cuenta del todo, una sumatoria de sucesos nos estresa en mayor y menor grado: la tragedia en Rosario, los desencantos en la política, algún desencuentro familiar o incluso el tránsito lentísimo. Pero ahí está el bondi, reacondicionado como un boliche bailable. Y el chofer que maneja a su ritmo, y la música sonando entre las luces azules. Otro mundo.
 

lunes, 5 de agosto de 2013

Responsable

Hoy tomé responsabilidad por mi puesto. ¿Qué significa esto? Que decidí ser 100% responsable por las ventas. Se siente bien, de algún modo si las ventas dependen de uno, se puede hacer algo al respecto. Y de quién más podrían depender, pensarán ustedes. Ah, tengo una larga lista.
Según escuché decir en estos años, no se vendía/vende por:

-la vaca loca
-el cólera
-la gripe A (la gente no salía a la calle, y si salía era con barbijo)
-los mundiales de fútbol
-Macri. Sí, Macri, levantando el adoquinado de calle Defensa y dejándolo así durante meses
-las cenizas de un volcán griego (que impidieron la salida de los vuelos desde Europa)
-el turismo pichulero
-la crisis europea
-la ola de frío polar (con este frío, quién va a salir)
-la lluvia (con esta lluvia, quién va a comprar)
-el calor (con este calor, quién va a venir)
-los volquetes ubicados en el lugar de trabajo
-los autos estacionados en el lugar de trabajo
-la reventa grosera (imposible competir con "2 chalinas x 10$")
-el número de puestos

Rigurosamente cierto. Miren si no, este domingo que viene. "Es seguro que se va a vender poco por el tema de las elecciones". Por esas cuestiones de la asociación libre, recuerdo ahora una frase de Linda Goodman. Los astros inclinan, pero no obligan. Parafraseándola podría decirse que los factores externos inclinan, pero no obligan.

Y sólo porque es tan hermosa... Peces de luz, again.

https://www.youtube.com/watch?v=RsEFyXCbP2U