martes, 28 de mayo de 2013

...y la verdad es que yo quiero amar y ser amada

Del libro Reinventa tu cuerpo, resucita el alma de Deepak Chopra

LA HISTORIA DE JORDAN

   Soltar suele ser el último recurso, pero a partir de ahí puede suceder algo mágico. Ciertos poderes invisibles que nunca imaginaste pueden aparecer en tu ayuda.
   Jordan es una mujer de carrera, exitosa, cerca de los cuarenta años, y acaba de salvar su matrimonio cuando estaba a punto de resignarse a perderlo. "Mike no era mi alma gemela. No nos enamoramos a primera vista", dijo Jordan. "Nos conocimos en el trabajo y me pretendió durante un tiempo antes de que lo aceptara. Tuve que aprender a amarlo, pero cuando me enamoré de él lo sentí como algo muy real.
   "Un año después tomamos la gran decisión. Mike tenía veintinueve años y yo veintiséis. Estábamos enamorados, pero también nos sentábamos a hablar de lo que queríamos de nuestro matrimonio. De manera que cuando empezaron los problemas yo me encontraba con la guardia baja".
   "¿Cómo empezó todo?", le pregunté.
   "No sé con exactitud", dijo Jordan. "Pero Mike empezó a comportarse como mi padre, que es un hombre que jamás escucha y jamás se da por vencido. Me había casado con Mike porque me parecía exactamente lo opuesto. Mike era amable y abierto. Escuchaba. Pero después cambió. Empezamos a pelear mucho y yo me alteraba demasiado".
   "¿Te acusó a ti de haber cambiado?", le pregunté.
   "Eso le molestaba muchísimo. También que nunca le di suficiente espacio, según decía. Pero 'espacio' no significa aislarte durante horas trabajando y después hacerme a un lado cuando yo quería arreglar algún desencuentro. Mike me escuchaba un minuto, quizá dos. Pero me daba cuenta de que lo que quería era estar solo, regresar a la computadora y a los videojuegos".
   "¿Y qué hiciste entonces?", le pregunté.
   "No caí en la desesperación. Le dije a Mike que si nos amábamos tendríamos que ser capaces de pedirnos lo que necesitábamos emocionalmente. No soy una persona necesitada de amor, pero, ¡por Dios!, si tenía ganas de llorar no podía, o si quería que me abrazara casi no me hacía caso".
   "Quizá percibió la debilidad de tus emociones o las consideró una amenaza", le sugerí.
   Jordan estuvo de acuerdo. "A Mike le asustaban las emociones y no soportaba la debilidad. Se suponía que yo tenía que hacerlo sentir triunfador. Cualquier otra cosa le parecía una traición. Debí haberme dado cuenta de eso antes. Mike venía de una familia muy rígida donde nadie consideraba que demostrar sus pensamientos fuera algo positivo".
   "¿Has pensado en dejarlo?", le pregunté.
   "Eso sucedió una noche. Él estaba cenando mientras veía el fútbol. Independientemente de lo que le dijera, apenas asentía con la cabeza. Me puse de pie y le dije que apagara la maldita televisión. Respondió con una risita descalificadora. Pensé dentro de mí: 'No voy a convertirme en un cliché. Tengo toda la vida por delante'.
   "Tardé mucho en dejar de sentir lástima por mí misma. Pero había estado leyendo mucho sobre desarrollo personal y hubo algo en mis lecturas que me impresionó: acepta la responsabilidad total de tu propia vida".
   "¿Qué significó eso para ti?", pregunté.
   "¿Qué no significó?", dijo Jordan negando con la cabeza, "que todo era mi culpa. Me sentí motivada a ver las cosas de manera más positiva. Yo era la creadora de mi propia vida. Si quería que mi vida cambiara, contaba con los medios en mi interior. En cuanto dejé de tener lástima por mí misma, me di cuenta que esto era una prueba. Mike se encontraba en la negación total. ¿Podía yo sola salvar el matrimonio? Eso sería un gran triunfo. No lo consulté con Mike ni con nadie. Emprendí mi proyecto secreto y personal".
   "¿Y qué hiciste?"
   "Había aprendido un nuevo término: 'mente reactiva'; es la manera en que uno funciona cuando reacciona constantemente ante otras personas, lo cual les da poder sobre uno. Cuando Mike oprimía mis botones, discutiendo sobre quién tenía razón y quién no, yo no podía evitar reaccionar. De niña, al ir creciendo, mi madre tenía sólo dos formas de manejar una situación difícil. O trataba de arreglarla o la aceptaba. Hay una tercera opción, que es retirarse hasta que uno pueda enfrentarla. De modo que en vez de enojarme con Mike, de atacarlo o quejarme, me mantenía serena, y en cuanto era posible me retiraba para estar conmigo misma".
   "¿Qué hiciste después?"
   "Procesé mis sentimientos conmigo misma. La mente reactiva es rápida en responder, pero cuando tu primera reacción queda eliminada, hay espacio para que aparezcan otras reacciones. Examiné el enojo como algo mío, no por culpa de Mike; la lástima por mí misma surgía de mí y no de lo que Mike me hacía. Cuando Mike y yo peleábamos, todo giraba en torno a defenderme a mí misma, pues él no soporta perder. Lo más importante de aprender a mirar dentro de uno mismo es que uno deja de actuar a la defensiva".
   "¿Cómo reaccionaron tú y tu esposo?", pregunté.
   "Al principio a Mike no le gustó que yo me retrajera. Pensaba que por no involucrarme en el pleito estaba actuando con superioridad. Pero eso duró poco. Después de trabajar con mis sentimientos, regresé hacia él y le gustó el hecho de que no regresara ni con resentimiento ni con frustración contenida".
   "Cuando dejaste de tirar de tu extremo de la cuerda", le dije, "se acabó la lucha del tironeo".
   "Fue una lección dura, pero sí. Aprendí también que lo que deploramos de otros es lo que negamos en nosotros mismos. Aborrecía que Mike llegara a casa y enseguida empezara a quejarse de que quería comida caliente y una esposa amorosa, que era lo que yo no le estaba ofreciendo. Me sentía atacada. Pero luego me pregunté a mí misma si no estaba atacándole pasivamente al no ofrecerle esas cosas. Lo estaba desafiando, lo cual hacía que mi ego se sintiera bien, y a lo único que condujo fue a una vida de hostilidades".
   "¿No estarás diciendo que rendirte ante Mike fue la solución, o sí?", pregunté.
   "De cierto modo, sí, eso es lo que quiero decir", dijo Jordan. "Me rendí, me di por vencida. Pero lo positivo de eso fue que primero llegué a un lugar de mi interior en donde la rendición no era un fracaso. Rendirse puede significar que has perdido la batalla. Pero también puede significar que te estás rindiendo al amor en vez de al odio". Se rio. "Bueno, apretaba los dientes las primeras veces que recibía a Mike en la puerta con un beso y el aroma de pan recién horneado en la casa. Pero de verdad, en muy poco tiempo me sentí muy bien conmigo misma".
   La misión de Jordan para rescatar su matrimonio se desplegó de muchas otras maneras, pero había ya cubierto la parte crítica, aprender cómo soltar. Esto constituye más que la estrategia de una relación, puesto que tiene que ver con un cambio personal profundo. Te liberas a ti mismo de las reacciones dependientes del ego (lo que algunos llaman mente reactiva) y permites que los eventos se desplieguen sin un programa preestablecido. Los riesgos pueden ser aterradores. Todos tenemos una voz interior que nos advierte que la rendición es un signo de debilidad. Jordan había dominado el miedo que surge de tales situaciones. Le pregunté si las cosas habían llegado a causarle miedo.
   "Eso es lo maravilloso de salir hacia el otro lado", me dijo. "Nadie sabe el terror que se atraviesa. Sólo alguien que ya lo ha vivido sabe lo difícil que es tener la fuerza necesaria para arriesgar tu concepto de orgullo y tu imagen personal de mujer a quien nadie va a pisotear".
   Estuve de acuerdo. Las connotaciones negativas de rendirse están grabadas en nosotros. No sólo nos parece lo mismo que perder la batalla, sino que también rendirse significa debilidad y falta de respeto. En este caso especial, la rendición de la parte femenina ante la masculina, pone a ondear todas las banderas rojas imaginables.
   "¿Fuiste consciente de eso?", le pregunté a Jordan.
   "Claro que sí. Tuve muchos conflictos conmigo misma, muchas dudas personales. Pero la conclusión es que no me estaba rindiendo ante Mike. Me estaba rindiendo ante la verdad, y la verdad es que yo quiero amar y ser amada. Estaba asumiendo la responsabilidad de mi verdad, que te llena de poder si lo logras".
   Jordan está orgullosa de haber superado todas su resistencia interior y su orgullo se justifica. Su matrimonio quedó intacto y ha florecido en un amor mucho más seguro que el que conocía antes. La parte que nadie conoce, el verdadero misterio, es que cuando ella cambió, todo cambió. Su esposo dejó de hacer todo lo que a ella le molestaba. Empezó a verla con otros ojos, como si estuviera redescubriendo a la mujer de la que se enamoró.
   Jordan no tuvo que pedirle que lo hiciera, simplemente sucedió. ¿Cómo? Para empezar, existe una conexión profunda cuando dos personas se aman. Sabemos por instinto si esa conexión funciona o está rota. La conexión debe restaurarse a un nivel profundo, en un lugar donde no llegue el ego. Aquí es ineludible el elemento del alma pero, ¿por qué tendría que cambiar otra persona o toda una situación, sólo porque tú cambias? Si cada uno de nosotros poseyera su alma como propiedad privada, el cambio sucedería en una persona a la vez. Pero el alma ilimitada nos conecta a todos. Su influencia se siente en todas partes. De manera que cuando cambiamos nuestra conducta a nivel del alma, toda la coreografía debe cambiar junto con nosotros.

4 comentarios:

  1. "¿Por qué tendría que cambiar otra persona o toda una situación, sólo porque tú cambias?".

    Yo también me permito dudar, no digo que "no pueda" ser así, pero tampoco veo razón para que "deba" ser así. No hay fórmula mágica, me temo.

    Beso, Maia.

    ResponderEliminar
  2. Rob, si pensamos los milagros como Milagros, por supuesto que vamos a dudar. En cambio si pensamos que "un milagro es sólo un cambio de percepción", nos va a resultar más sencillo. Lo mismo con la magia. Podrá ud decirme que entonces llamemos a las cosas por su nombre, y tendría razón. Son licencias poéticas que uno se permite.

    ¿Vio cuando los autores acentúan las palabras de otra forma, sólo para que entren en la canción? Algo parecido.

    ResponderEliminar
  3. I:No sé como pegarle un link. Ud. sabe que no puedo con mi genio musical, escuche por favor este tema, se llama Get away Jordan, canta Take 6; (búsquelo en youtube) es lo primero que me vino a la mente cuando ví el título de su post.

    II: Mensaje para Chopra: Mirá Deepak, muy lindas tus palabras, pero te aseguro que puedo presentarte a alguien que hace que tu teoría haga agua por todos lados...
    "... Mike pensó que por no involucrarme en el pleito estaba actuando con superioridad..." Jordan se rindió ante la verdad, necesitaba amar y sentirse amada..."

    Lindo final del cuento. Pero no siempre sucede así. Esta teoría seguramente puede funcionar en muchos casos, pero no en todos. Hay personas que necesitan que el otro NO SE RINDA, ya que se vinculan con el
    ser amado exclusivamente a través del ataque. Y cuando el otro se rinde, lo sienten superior. Y doblan la apuesta del ataque. Ese es otro final para esta teoría, que Deepak parece desconocer.

    III:Me gusta leerla Amiga! besos

    ResponderEliminar
  4. ¡Buenísimo! Bueno, vio que Jordan habla de retirarse. :-D

    Uf. ¿Tan así, la cosa?
    Entiendo que Chopra pueda parecer dogmático, que moleste lo tajante de sus aseveraciones. A mí me sirve, sus libros me dan fuerza.
    Claro que debe haber excepciones, pero el no ya lo tenemos, ¿por qué no probar?
    Besos

    ResponderEliminar