lunes, 5 de mayo de 2014

Ceremonial y protocolo

I

Mi hermano vino a cenar a casa, por primera vez en cuatro años. Y como correspondía, tuve un ataque de limpieza. Limpié los estantes de los insumos. Limpié las puertas del bajo mesada en la cocina. Limpié la parte de arriba de la heladera. Limpié los vidrios. Limpié y di vuelta los estantes de la biblioteca (se comban por el peso). Limpié los azulejos del baño con un producto antihongos que promete sacarlos de raíz, consiguiendo una disfonía que aún me dura. Limpié los pisos. La puerta del baño y la de entrada. Limpié el arcón con jabón blanco y después le pasé cera con siliconas. Qué no limpié.

El día del evento (Evento) me dije: "Bueno, voy a lavar ropa, no creo que mi hermano deje de hacer su vida por venir hoy a casa..." Así que lavé toalla y toallón, dos remeras, ropa interior y el paño de la feria. Todos colgaditos en el baño. Un resto de pudor me llevó a esconder una bombacha todavía húmeda dentro del placard, pero la casa se veía más o menos como siempre, sin ninguna escenografía montada. Salí con intención de comprar al menos una de las tantas copas que se rompieron. La conseguí igual de alta, pero con el pie más grueso. Por supuesto que voy a cambiarla por otra cosa, ¿quién puede tolerar algo así? Uno de los tres cuchillos que cortan (yo no sé en otras casas, nosotros tenemos cuchillos que cortan, cuchillos que no cortan y cuchillos que parece que cortan pero son pura facha) está manchado con vaya a saber qué, tal vez pegamento. No hubo forma de quitarlo, ni con alcohol, ni con quitaesmalte. No encontré servilletas, salvo unas muy monas de Navidad. Así que armé una mesa para tres con dos copas, un cuchillo supuestamente pringoso y servilletas con dibujos de muérdago y lazos rojos.

El Hombre no anduvo mejor, mudó el bermuda de siempre pero se dejó las chancletas. Para hacer espacio tuvimos que sacar dos bicicletas al pasillo. Mi hermano llegó también en bici. "Ah -dijo el Hombre- esto parece la masa crítica". Mi hermano contestó que pensó que iba a pasar vergüenza viniendo en pantalones cortos. Hubo empanadas, matambre casero con rusa y bola de lomo con ensalada de lechuga y tomate. Con el café comimos brownie hecho por una amiga, esos postres caseros que salen tan buenos. Cuando lo retiré de la heladera (¡por suerte aún en su bolsa!), el Hombre dijo: "Le cayó sangre encima, traté de quitarla para que no te dieses cuenta". Delante de mi hermano, miren si se iba a callar.

La pasamos bárbaro.

II

"¿Querés Levité caliente de mandarina?", le digo a Dani, el librero anarquista.
Dani me mira de costado. "Si invitás así no te va a aceptar nadie. Aparte suena mal eso de Levité caliente, se dice natural". Sí, claro, natural. "Los otros días la compré porque no quedaba de naranja y fue una sorpresa agradable, parece mandarina en serio..." Dani prueba un sorbo. "Qué rica, traeme una de dos litros". Es malicioso, no hay nada que hacer. Le cuento entonces de la vez que el Clarín vino con un antitranspirante de regalo y se me ocurrió ofrecérselo a Marina. "¿Querés un antitranspirante? A mí me da cáncer." Hubieras visto la cara de Marina, le digo a Dani. "Claro, te habrá mirado como diciendo ¿qué te pensás, que soy inmune al cáncer?"

Me alejo a atender mi puesto. Cuando regreso, sus compañeros ríen con ganas, seguro les ha contado de mi buen decir.

-Qué me traes ahora... ¿una empanada fría?
-De hace dos días. ¿Qué preferís, carne o queso?

En ese orden, contesta Dani.

5 comentarios:

  1. Tengo una amiga capaz de recibir en su casa a 10 (o 15 o 20) comensales sin que se le mueva un pelo. No es una postura, realmente se lo toma con una calma que a mí me provoca espasmos de admiración. El sábado, por ejemplo. De tarde anduvo de aquí para allá, haciendo mil cosas fuera de su casa. Llegó al mismo tiempo que O y yo, o sea, a la hora prevista para la reunión. "Voy a hacer puchero, ¿qué te parece?", me dice. "Me parece bárbaro", le digo, "pero no es mucho lío? "No, es una boludez, ya está todo encaminado", dice. Veo una cacerola con apios, puerros y cebollas limpios, papas y batatas cortadas, zapallo lavado, unas presas de pollo limpias, sin piel. "Acá está la carne y etc.", dice y me muestra varias bandejitas- aun en la bolsa del súper-con osobuco, pechito de cerdo, panceta, chorizos, etc. "Cuando lleguen los demás tiro todo en las ollas y listo", dice.
    Cuando llegan los demás nos acomodamos en los sillones y empezamos a ver la película. Mi amiga también, claro. Mira atenta, distendida, se ríe en las escenas desopilantes. Solo se levanta un par de veces a controlar "no pongan pausa, es un segundo".
    Dos horas después, ponemos la mesa entre todos y nos sentamos a disfrutar el súper puchero.
    Yo soy incapaz de hacer algo semejante. Si vienen muchas personas me tildo, no sé calcular bien, siempre me parece que va a ser poco o que va a sobrar demasiado, que a ver si queda medio crudo o si se pasa, que si les gustará o no el menú (además de los ataques de limpieza similares al tuyo). Me encanta recibir, pero los preparativos me estresan mal.
    Lo bueno, como en tu caso, es que cuando uno recibe, recibe gente querida. Con lo cual, después de todo, el sufrimiento vale la pena :-)

    Una duda: en esos dos días ¿la empanada estuvo dentro o fuera de la heladera?

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  2. Ah, Betina... qué envidia me da esa gente. ¿Cómo hacen?

    Tuve una amiga así, sólo que más bien seria (tal vez debía serlo, los hombres se le pegaban como moscas a la miel). Hacía de todo, y todo bien. Una vez fui a verla ensayar danza jazz, parecía tan simple observándola desde la puerta del salón. A la salida dije algo así como que yo podía bailar eso, sí señor, con total facilidad. Mi amiga me invitó a probar una clase, claro. Y yo pasé la hora más larga de mi vida. Con decirle que me daba vuelta en la barra y pensaba "¿qué hacen todos al revés?" Fui la única en sentido contrario, la única que chocó contra todos. Y así con cada maldita secuencia, la profesora tratando de conseguir algo de mí, cualquier progreso. Una hora entera así, imagínese, tema para el diván. Cuando salimos a la calle, mi amiga guardó un piadoso silencio.

    Dentro, dentro. Sabe, nosotras también tenemos nuestro don: el de admirar. Ad-mirare, significa mirar con atención. Estoy segura de que a su amiga su atención plena la hace feliz.

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  3. 1,2,3, probando desde exteriores

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  4. Ah! no vale. Yo quiero poder comentar desde mi casa. Cuando lo leí ayer se me vinieron 10 cosas para decir, pero acá, en la oficina, cada vez que estoy por teclear me pasan una llamada o me interrumpen con un "Disculpá"...

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  5. ja! Nayruuu! Qué bueno verla. Encuentre un tiempito, dele. Me tomo 5', me tomo un té.

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