lunes, 17 de marzo de 2014

Una factura horrible

No sé por qué tiendo a abatatarme cuando hago trámites.

Sabrán disculpar lo auto-referencial de estos posteos, sé de gente que rechaza el estilo "diario íntimo". Es lo que me sale. O como diría una vieja amiga: "Yo, por nombrar a quien tengo a mano..."

No sé por qué tiendo a abatatarme cuando hago trámites. Vale decir, salgo más que preparada de casa. ¿Llevo el celular? Lo llevo. ¿Sé a qué voy? Por supuesto, me llegó una factura horrible. A todo esto, ¿llevo la factura? Sip. Pero una vez frente a la empleada de turno (después de hacer una larga cola en U), me tildo, me cuelgo.

"¿Señora?" Largo silencio de mi parte. Simplemente parezco no hallar las palabras. La empleada espera. "Necesito un número para ir arriba", arranco por fin, señalando con el índice hacia el cielo raso. No sé por qué digo eso, si ni siquiera dan números (ya he estado antes). "¿Por qué tema es?", dice la empleada. "Creo que hay un error en la última factura y preciso reclamar", diría cualquiera. Me llegó una factura horrible, digo yo. "¿Número?", dice la empleada. "¿De la factura o del celular?", pregunto yo. "De celular", dice ella. Empiezo a revolver en mi cartera, cómo pretenden que recuerde tantos números si nunca me llamo. Aquí está, mjujú... desbloquear, desbloquear, desbloquear, menú, contactos, yo. "Quince..." "Espere al medio, la llaman por el apellido, ¡el que sigue!"

"Arriba" me atiende un dechado de diligencia, una piba que no tendrá más de veinte años, le explico en confusa mescolanza que no puede ser que el Cargo por Rehabilitación de Corte por Mora salga casi tanto como lo que abono por mes, que si pago fuera de término es porque no me llega la factura a casa y yo tengo dos trabajos y me olvido de pagarla y me empiezan a llegar esos mensajes avisándome que me van a cortar el servicio si no pago, pero cómo voy a pagar si no tengo la factura. Sé que la estoy mirando con ojos grandes de campesina en apuros. Ella no dice ni sí ni no, durante largos minutos teclea y teclea, hasta que no aguanto más y pregunto qué estarás tecleando tanto. "Lo que ud me dijo, señora, estoy haciendo el reclamo para que la factura llegue a su domicilio y pidiéndole crédito". Finalmente escribe una cifra sustancialmente menor en lo que luego me entero es el cupón de la factura y me dice ligerito que pague a cupón abierto con el número de referente de Pago. "No te entendí nada... ¿qué?" La piba pega golpecitos con la birome y dice más lentamente: "Éste es el cupón y éste el número de referente". "¡Ah! Decime, otra cosa que no entiendo: los otros días consulté mi saldo y me quedaban, ponele, diez, once pesos, mandé un par de mensajes, volví a consultar y tenía como cincuenta. ¿Por qué pasa eso?" "¿A ud le llegan mensajes de empresas?" "Sí, ya reclamé por eso. ¿Vos decís que es crédito que recupero?" Qué inteligente me siento, crédito que recupero, ¿de dónde saqué esa frase?

2 comentarios:

  1. A mí lo que me da miedo es pensar cómo los seleccionan y qué clase de entrenamiento reciben los empleados para atención al público. ¿Qué hacen para lograr que permanezcan impasibles, que no se les mueva un músculo ante los reclamos desesperados de clientes con boletas horribles como la tuya? ¿Cómo hacen para poner esa cara de piedra sabiendo que en el 99, 9 % de los casos los clientes tienen razón y la empresa los está currando?
    Es un misterio, y me da miedo develarlo. Lo que no es un misterio es que los humanos comunes y corrientes nos abatatemos ante una situación en la que jugamos en desventaja. Porque casi siempre terminamos perdiendo, y porque la señorita/señorito impasibles que (no) nos miran del otro lado, lo saben perfectamente.

    (Todo esto siempre y cuando logremos hablarle a un presunto humano: mi viejo tiene un problema con el celular hace meses, por teléfono es imposible arreglarlo ni dar con una persona para explicarle el problema, y cuando se molestó en ir personalmente a la empresa le dijeron que hiciera el reclamo desde un teléfono de ellos, que andaba mal.)

    Un saludo solidario, doña.

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  2. Betina, lo único que puedo aconsejarle a tu papá es que piense en cambiarse de empresa. Yo lo hice, y... ¡zápate! todo empezó a andar mejor. Antes no tenía buena señal, ahora sí. Antes me llegaban decenas de mensajes indeseados, ahora no. Antes terminaba de pagar la factura y a las pocas horas me quedaba sin crédito, ahora me dura todo el mes. Cosa e mandinga. Ojo, sólo lo pensé, pero la intención era fuerte. Quién te dice.

    Igual, facturas horribles van a llegar siempre. Sólo alguien como Louis Hay puede sentirse agradecida al recibirlas, dice que son mensajes del Universo manifestando que ella es solvente y puede pagarlas.

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