martes, 10 de diciembre de 2013

Navidad, Navidad, blanca Navidad



Kitsch

No hay demasiado espíritu navideño, andamos de capa caída. Igualmente, fiel a la tradición que inicié hace un año, armé la corona para la puerta. La primera pecó de mezquina. Una cosa minúscula, producto de la timidez de quien no ejerce el catolicismo. La de hoy es otra cosa, rosas doradas y blancas con largas "briznas" que obligan a cabecear para esquivarlas. Con el arbolito no me fue mejor. Pese a haber elegido los adornos con esmero, en conjunto crean un efecto extraño.

Me consuelo pensando que, por definición, toda la parafernalia navideña es kitsch. Salvo que uno viva en una cabaña, junte ramas cargadas de piñas y las ubique de forma casual y artística sobre el hogar a leña. Me falta el centro de mesa, no quiero pensar lo que va a ser el centro de mesa.

Y van...

Nuestro nunca bien ponderado jefe de gobierno, Mauricio Macri, se ha mandado otra de las suyas. En la Reserva Ecológica, cada cien metros más o menos, se observan ahora carteles de hormigón, hierro y plástico. Unos pocos señalizan, el resto está preparado para recibir publicidad.
En la Reserva Ecológica, entiéndase bien. Una contaminación indignante. En toda zona de alto valor ecológico aconsejan no dejar señales como pañuelos, tiras o pedazos de papel que alteren el paisaje visual. Macri, querido... ¿quién te asesora? No puede este hombre disponer del espacio público como si fuese propio. Que alguien lo frene, por Dios.

Y no es Macri solo, Massa llenó el Tigre de carteles. A morir, en demasía, cada dos pasos se nos informa que estamos en el Municipio de Tigre. ¿Qué le pasa a esta gente?

Retazos de conversaciones

I

En un comercio de ropa, entre señora coqueta y vendedora.

-¿Y ésta qué precio tiene?
-Trescientos pesos.
-Uh.
-Si lo piensa bien, trescientos pesos hoy no es nada.
-Es cierto, la plata no vale nada.

La señora baja la voz.

-Mi marido murió hace seis meses, ahora cualquier ruidito que escucho de noche me da miedo.
-No, quítese esos miedos.
-Sí... Ando buscando algo para usar en las cenas del Centro de Jubilados.

II

En la calle, entre mujer obesa y nena de pelo enmarañado. La mujer suena furiosa. La nena camina a su lado intentando quitarse de la cabeza, con los dedos en pinza, lo que supongo un piojo.

-Si yo te digo que vengas, te venís, no quiero que vayas con esa gente. ¿Me escuchaste?
-¿Qué gente?
-Ese Carlos, es un hijo de puta. Yo voy a hablar con el pastor.

III

En plaza Dorrego, entre José y Rodolfo. José duerme en la calle. Se lava la cara en la canilla del muro, tiene los ojos rojos de alcohol o sueño.

-Qué lindo día, Rodolfo.
-Buen día José, hoy estás de buen ánimo.
-Claro, yo no les gané la carrera a treinta millones de espermatozoides para ser miserable.


6 comentarios:

  1. La lógica de José es irrefutable. Salvo para un masoquista, claro.

    Saludos, Maia.

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  2. Tu arbolito es austero, es cierto, pero lindo y, seguro, no kitsch (quise ver los adornos más grandes, pero no se puede).

    Qué embole, me gusta tanto la Reserva Ecológica. ¿Todo todo todo tiene que ser rentable y productivo, válgame Dios?

    I: el remate terminó enterneciéndome.
    II: me da miedo todo: la madre, esa gente, Carlos y el pastor. Quizás la niña intentaba sacarse todo eso de la cabeza.
    III: me dan ganas de llorar.

    Un beso, Maia

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  3. Según sus propias palabras, está contento de estar vivo. Y es una suerte que piense así, la pasó bastante mal el año pasado.

    Saludos, Robbie.

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  4. Betina, dulce, no es mi arbolito (aunque bien pudiera ser). Es una imagen de Google.

    Cómo enriquecen sus comentarios, gracias.

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  5. ¿qué es eso de andar de capa caída? la levanta ya mismo por favor. :)
    Me encantó la reflexión de José.
    Yo armé el arbolito, qué fiaca me da por favor. No sé por qué lo armo, jode, ensucia, estorba. En realidad creo que fué a pedido de mi hijo. Lo armé el 08/12 como corresponde, cuando él no estaba. Hoy es 12 y estoy esperando que se dé cuenta que tenemos un árbol de 1,50 en el living… Ja, ni se enteró.

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  6. Todo esto de los saqueos y qué sé yo... es triste.

    Póngaselo en el camino, así se tropieza. Nuestro arbolito mide 55 cm (si soy generosa) y tiene mucha presencia, con una base de arpillera cerrada con un moño rojo.
    Ud me recuerda a Seinfeld, dice que cuando se acerca Navidad estamos fascinados con el arbolito, pero apenas terminan las fiestas pensamos: "¿Qué hace esa cosa de plástico verde en el living?"

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