jueves, 4 de julio de 2013

Los Everest personales



Cada quien tendrá sus propios Everest. Entre los míos se cuentan tejer, manejar, aprender las funciones del nuevo celular, hacer trámites bancarios. Pavadas para alguno, alturas enormes para mí.

La primer bufanda, roja como la sangre, terminó en la basura.
Después de tejerla durante eones y ver cómo se repetía hasta el aburrimiento -hilera tras hilera de un punto tan apretado como mis dientes- aproveché una furia bien fundamentada y la estiré con ganas (el equivalente a aporrear los almohadones que no tengo). Era una buena lana y casi no cedió, aún cuando los nudillos se me pusieron blancos.

Ésta es, entonces, mi segunda primer bufanda. Ahora que se habla tanto de pericias psiquiátricas para determinar esto y lo otro, espero de corazón que nadie me juzgue por la incontable, infinita cantidad de veces que la tejí y destejí. Porque era muy ancha, porque era muy angosta, porque el problema estaba en las agujas (¿cuándo iba yo a terminarla, con agujas tan finas o tan de madera?), porque hacía cosas raras en los extremos, como si los puntos se trepasen a la aguja y quisieran pasar al otro lado. Una bufanda con vida. Ahora más o menos nos entendimos, dejé de tejer el primer punto para que quede más derecha. Ya tiene un largo respetable y la lana es muy bella (de ancho ha quedado algo mezquina, a mi entender los tejidos deben ser suntuosos).

Mi bufanda, mi Everest personal, me ha jugado hoy una mala pasada. Tiene dos puntos errados. Dos primeros puntos que tejí sin darme cuenta. Como buena perfeccionista, los ojos se me van a esos dos puntos y no veo más nada. Ni la lana bella, ni nada. "Póngase hielo, tome el remedio, cúrese el pie y camine rápido así no se notan", aconseja el Hombre. "Vos no entendés, venía perfecto. Y no puedo destejer sólo esas hileras porque no sé cómo levantar los puntos". "Si a su edad no sabe levantar un punto, está jodida..." Para distraerme me pongo a armar unos aros con masilla y microperlas. Las microperlas se pegan a la masilla, al mantel y a mis dedos. Por qué, Señor, por qué. Sobre el mantel descubro una mancha de crema protectora, muy cerca del ovillo de lana. Lo resguardo con cariño. Mi segunda primer bufanda, quién diría.

6 comentarios:

  1. Ahhh, nunca se le cayó la aguja y le quedaron los puntos al aire?? Si habré puteado allá lejos y hace tiempo, cuando tejía mientras estudiaba el Código Civil. Trataba de enhebrarlos nuevamente, uno al derecho otro para cualquier lado, quedaba todo torcido. Empezaba con 120 puntos y a las 30 vueltas tenìa 110 o 130. Magia. Al final alguien me enseñó a tejer medias con forma de pié y todo. Hice como mil millones.

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  2. Nooo!!! "Me muero muerta", decía una compañera de feria que al final murió, pobre.

    Vea, ayer a la noche erré el tercer punto. No hay dos sin tres, me dije resignada... y seguí tejiendo. Pero después se me soltó el primero de la vuelta número mil y no hubo caso, no supe cómo engancharlo (a media tarde pensé sacarle una foto para recordar cómo iba, pero ya fue dicho, aún no manejo bien el nuevo celular). Suma sumarum ¡destejí todo! y todo es todo, toooodo ese largo tejido.

    Estoy pensando seriamente en regalarle la lana a Mónica, que me tejió un gorrito en tiempo record, la guacha.

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  3. Rezale a santa Penélope para que te dé paciencia, capaz en una década andes luciendo tu primera milésima bufanda de bella lana roja :)

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  4. Betina, como me harté de mi lana, compré lana para él (ÉL), que ya tiene su gorro hecho por las habilidosas manos de mi compañera de feria. La chingué en el color, es toda de tonos marrones y él usa mucho azul. Pero tal vez sea mejor así, si no iba a parecer un pitufo.

    De todas formas, de acá a que la termine va a tener mucha ropa nueva (marrón). Me fui a youtube y enloquecí, ¡todas tejen diferente!

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  5. Es que la Internete, así como nos soluciona la vida, nos la arruina. Por ejemplo, vos gogleás "el ajo es bueno?" y te salen 100 sitios diciendo que el ajo cura todo y otros 100 diciendo que es lo peor que te puede pasar, después del huevo. Así no se puede.
    El marrón con el azul en mi época era re cache, hace unos años se volvió re top, ahora no sé (googlealo cualquier cosa :)

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  6. Ayer empecé la nueva bufanda, la marrón, en la feria. Para la media tarde, cuando vinieron a cobrarme la tabla del puesto, tenía tejido un buen tramo. Dejé las agujas para pagar y cuando las retomé no supe para dónde tenía que ir la hebra a tejer. No es que sea tonta (no, no). Para atrás, sí, pero cómo?
    Para desesperación de quienes me rodeaban, primero tejí una especie de nudo... y por último destejí todo.

    El azul y el marrón son los colores de Picasso. No estos azules (conjunto deportivo) y estos marrones (verde grisáceo y rojo óxido). La buena noticia es que ayer noche volví a empezar la bufanda, tres veces.
    Y va bien, va bien...

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