Así comienza el prólogo de un libro de Wayne W. Dyer, Vive la sabiduría del Tao, quien agrega sus propias reflexiones a cada uno de los versículos.
Según una antigua sentencia del Tao: "Cuando cambias tu manera de mirar las cosas, las cosas que miras cambian".
VERSÍCULO 49
El sabio no tiene una mente fija;
es consciente de las necesidades de otros.
A los que son buenos, los trata con bondad.
A los que son malos, también los trata con bondad,
porque la naturaleza de su ser es buena.
Es amable con los amables.
También es amable con los que no son amables,
porque la naturaleza de su ser es bondadosa.
Es leal a los que son leales.
También es leal a los que son desleales.
El sabio vive en armonía con todo lo que hay bajo el cielo.
Lo ve todo como si fuera él mismo.
Ama a todos como a su propio hijo.
Todas las personas se sienten atraídas hacia él.
Él se comporta como un niño pequeño.
VERSÍCULO 62
El Tao es la casa del tesoro,
la verdadera naturaleza,
la Fuente secreta de todo.
Es el tesoro del hombre bueno
y el refugio del malo.
Si una persona parece malvada,
no la rechaces.
Despiértala con tus palabras,
elévala con tus acciones,
responde a sus insultos con tu bondad.
No la rechaces,
rechaza su maldad.
Así, cuando se elige a un nuevo gobernante,
no te ofrezcas a ayudarle
con tu riqueza o tu experiencia.
Ayúdale a meditar sobre el principio;
ofrécete a enseñarle el Tao.
¿Por qué los antiguos daban tanta importancia al principio?
¿No será porque es la Fuente de todo bien
y el remedio para todo mal?
Es la cosa más noble del mundo.
Recién cuando volvía de natación con mi hijo, le decía: Voy a sonar mala e intolerante, pero lo soy. Mientras Tato nadaba, yo "intentaba" verlo desde el reducto habilitado al efecto: habitación de 2 x 2, con pared vidriada hacia la pileta. Muchas veces lo veo desde ahí, y contemplar la pileta y los chicos nadando, me dá mucha tranquilidad. Hoy no era un día de esos. Al lado mío (muy al lado) se sentó una señora, llevaba 3 bolsitas de super a modo de carteras, de cada una sacó un paquetito con algo que hacía mas ruido que lo anterior. Un celular que tenía habilitado un sonidito molesto por cada letra que tecleaba. Un paquete de no sé que galletitas, que mascó en mi oreja y cuyo aroma mezclado con su saliva me penetró hasta el estómago. Su infaltable postre, otro paquetito con ruiditos molestos, que rumió gomita a gomita y cada vez que sacaba otra, me banqué estoica el sonidito del papel celofán y el de su boca saboreando. Un verdadero asco. Del otro lado se me sentó una nenita, de unos 4 años, con otro paquete ruidoso, ¿palitos salados?, que comió uno a uno, provocando el consabido ruidito cada vez, inundándome con su aliento mientas su madre no paró un momento de gritarle, desde la fila de atrás, "no molestés a la señora, Victoria" "come bien, Victoria" "no seas imunda (sí, imunda) Victoria", "no te limpiés en la ropa, Victoria" "ahora buscás una escoba y limpias la mugre que dejaste en el piso, Victoria".
ResponderEliminarAy señora mamá de Victoria, cuánto mas molesta es Ud. que su hija.
O sea, marche un Tao te Ching para mí, por favor. No tengo un pelo de sabia por lo visto.
¿Por qué piensa que elegí esos versículos? Porque me cuesta el que no tengo ser amable con quienes no lo son. Y cuando lo intento, soy mirada con suspicacia (qué me traeré bajo el poncho...)
ResponderEliminarSerá que cambiar amabilidad por desprecio no es la moneda más corriente. Como a todo billete nuevo, uno lo examina para ver si no es falso.
jaja, lo de los ruidos es mortal. Esa gente que come papas fritas en el colectivo, justo detrás. O chizitos, o no sé qué que huele tan fuerte. Después se chupan los dedos y agarran el barral, ¡guácala! ¿Y en el cine? El cine es un capítulo aparte, con esos envases gigantescos de pochoclo, sorbiendo la gaseosa al lado nuestro. Pero por qué no te vas...
Jaaaaa, ahí bien lejos andate y no vuelvas al cine con comida por favor!!! Ultimamente prefiero ver las pelis en casa, sobre todo ESAS pelis maravillosas que no admiten pochoclo.
ResponderEliminarY los comentarios de los otros espectadores en el cine? Detestables. Y las risotadas desubicadas en el Teatro? O los aplausos desmedidos? Ahhhhh, me exhaspera. Parece que como pagaron la entrada TIENEN que reírse, aunque no dé.
Definitivamente debo leer un tratado del Tao Te Ching.
Vaya uno a saber qué costumbres detestables tenemos y no nos damos cuenta. Días pasados viajé en el 126 sentada enfrente a una mina re pipícucú, rubia ella, con las uñas perfectamente pintadas de azul oscuro, impecable. Con la mano izquierda tecleaba en el celular y con la derecha se hurgaba el naso y hacía bolitas de moco entre el pulgar y el índice. Como si estuviese en su casa. Yo no podía dejar de mirar con qué lentitud y esmero amasaba cada bolita, mientras distraídamente chequeaba sus mensajes. En un momento levantó la vista y se encontró con mi mirada que decía claramente "Qué asco, nena". Ahí se compuso un poco, pero le duró sólo unos minutos, vuelta a hurgar y a amasar.
ResponderEliminarQué dirá el Tao de esto.