Un día nefasto, de principio a fin. Soy consciente de mi boca apretada, del ceño fruncido. Me voy a la cama temprano, con un vaso largo de café frío y cuatro galletitas untadas con queso crema y mermelada (un modo como cualquier otro de prodigarme un mimo), a ver si dan algo en la tele. La pistola desnuda 33 1/3. Mala, ya la vi, pero qué sé yo, no estoy de ánimo para nada sesudo.
La carcajada nace sola, involuntaria, sorpresiva. Cómo son de agradecer esos momentos.
https://www.youtube.com/watch?v=G99XEXJaffI
miércoles, 30 de octubre de 2013
lunes, 28 de octubre de 2013
Voten bien
El desprecio
I
"No entiendo lo que me dice, señora". La mujer que así se expresa acaba de ingresar a nuestro edificio, el tono de su voz denota franco desprecio. Afuera, otra se inclina hacia adelante esperando una respuesta. Antes de que puedan cerrarle la puerta en la cara, interpongo mi cuerpo. Que dónde se vota, es lo que pregunta. Pobre mi cielo, tiene sus buenos años y está muy delgada, ha confundido el lugar con una escuela, "...debe ser un edificio importante". No me cuesta nada acompañarla e indicarle el camino.
Es temprano todavía, hasta las ocho no abren, pero puede esperar sentada al sol. "Sí, está fresco, casi pensé en volver a mi casa". "No, quédese y vote, se va a sentir mejor después". "Sí, tiene razón..."
La viejita se aleja con paso vacilante, lleva visera y zapatillas.
II
Dos mujeres esperan en la cola de Farmacity. Una de ellas, con un rubio a la moda, viste jeans y calza zapatos color nude con taco aguja. Toda una paquetería a esta hora de la mañana. A decir verdad, no es hasta el entredicho con el pibe de la caja que reparo en su aspecto, vengo concentrada en mi propia compra: un desodorante corporal en aerosol de Playboy, Play it sexy. "¿Me alcanza las cosas, por favor?" El pibe se refiere al canasto lleno de artículos, apoyado sobre el mostrador. "¿Y ustedes para qué están?" "Nosotros embolsamos y cobramos, señora". Con cara de fastidio, la mujer se resigna a sacar su compra. El pibe hace su tarea y extiende ticket y vuelto, pero ella demora en recibirlos, parece muy enfrascada en limar una de sus uñas. Desde donde estoy alcanzo a verla: una uña corta, esmaltada de negro, impecable. Algo le comenta la rubia a su amiga, algo de que esa uña siempre le da trabajo. Cuando se van (realmente ese jean tiene un corte perfecto) y me toca el turno de pagar, saludo y sonrío para equilibrar la cretinada.
Patoruzú
"Vayan y voten bien". "Lo importante es no equivocarse". "¡Eh! Cada vez es más difícil". Estoy disfrutando un café con leche y leyendo el diario del domingo, las voces corresponden a otros clientes tempraneros. Un viejo que comparte mesa despierta las sonrisas de todos. "Yo no entiendo, no? Tengo setenta y siete años y toda la vida voté... ¿toda la vida me equivoqué?"
Hay pocos puestos armados, es un día atípico. "¿Y? ¿Votaste?", me pregunta Dani, el librero anarquista. "No, Dani, es la primera vez que falto a mi deber cívico" (digo deber cívico y soy consciente del entrecomillado). Le explico lo complicado de trasladarse de un barrio a otro con valija y bolso, y de ahí a la feria. "Igual, habría votado por Patoruzú". Dani me mira fijo.
-En serio, pensé en buscar una imagen para meterla en el sobre. ¿Por qué no? Un indio honesto, noble, generoso...
-¿De qué estás hablando? Un indio vendido, un traidor, un terrateniente, un explotador.
-Uh, toda la vida creí que el jodido era Isidoro. No lo había pensado...
-Te lo presentan así para justificar la conquista del desierto.
-Mirá vos, hace poco salió en Clarín un artículo a doble página sobre los valores de Patoruzú.
-Y claro, porque les conviene.
-Menos mal que no voté.
Lo digo en serio, avergonzada. "Me tirás abajo un ídolo, Dani". En tren de desmitificar personajes, Dani me recomienda Para leer al Pato Donald. Más tarde camina a mis espaldas, rumbo al baño. "Ignorante...", tira al pasar.
A eso de las cuatro empieza el show, enfrente. Alguien canta por enésima vez una versión irreconocible de Latinoamérica, de Calle 13. Con quién me voy a desahogar, si no es con Dani.
-Qué hijos de puta, con lo que me gusta este tema. Ni siquiera puedo seguirlo, le cambiaron todas las notas.
-Tenés razón, no lo había reconocido. ¿Viste el video de Muerte en Hawaii?
-No.
-Miralo.
I
"No entiendo lo que me dice, señora". La mujer que así se expresa acaba de ingresar a nuestro edificio, el tono de su voz denota franco desprecio. Afuera, otra se inclina hacia adelante esperando una respuesta. Antes de que puedan cerrarle la puerta en la cara, interpongo mi cuerpo. Que dónde se vota, es lo que pregunta. Pobre mi cielo, tiene sus buenos años y está muy delgada, ha confundido el lugar con una escuela, "...debe ser un edificio importante". No me cuesta nada acompañarla e indicarle el camino.
Es temprano todavía, hasta las ocho no abren, pero puede esperar sentada al sol. "Sí, está fresco, casi pensé en volver a mi casa". "No, quédese y vote, se va a sentir mejor después". "Sí, tiene razón..."
La viejita se aleja con paso vacilante, lleva visera y zapatillas.
II
Dos mujeres esperan en la cola de Farmacity. Una de ellas, con un rubio a la moda, viste jeans y calza zapatos color nude con taco aguja. Toda una paquetería a esta hora de la mañana. A decir verdad, no es hasta el entredicho con el pibe de la caja que reparo en su aspecto, vengo concentrada en mi propia compra: un desodorante corporal en aerosol de Playboy, Play it sexy. "¿Me alcanza las cosas, por favor?" El pibe se refiere al canasto lleno de artículos, apoyado sobre el mostrador. "¿Y ustedes para qué están?" "Nosotros embolsamos y cobramos, señora". Con cara de fastidio, la mujer se resigna a sacar su compra. El pibe hace su tarea y extiende ticket y vuelto, pero ella demora en recibirlos, parece muy enfrascada en limar una de sus uñas. Desde donde estoy alcanzo a verla: una uña corta, esmaltada de negro, impecable. Algo le comenta la rubia a su amiga, algo de que esa uña siempre le da trabajo. Cuando se van (realmente ese jean tiene un corte perfecto) y me toca el turno de pagar, saludo y sonrío para equilibrar la cretinada.
Patoruzú
"Vayan y voten bien". "Lo importante es no equivocarse". "¡Eh! Cada vez es más difícil". Estoy disfrutando un café con leche y leyendo el diario del domingo, las voces corresponden a otros clientes tempraneros. Un viejo que comparte mesa despierta las sonrisas de todos. "Yo no entiendo, no? Tengo setenta y siete años y toda la vida voté... ¿toda la vida me equivoqué?"
Hay pocos puestos armados, es un día atípico. "¿Y? ¿Votaste?", me pregunta Dani, el librero anarquista. "No, Dani, es la primera vez que falto a mi deber cívico" (digo deber cívico y soy consciente del entrecomillado). Le explico lo complicado de trasladarse de un barrio a otro con valija y bolso, y de ahí a la feria. "Igual, habría votado por Patoruzú". Dani me mira fijo.
-En serio, pensé en buscar una imagen para meterla en el sobre. ¿Por qué no? Un indio honesto, noble, generoso...
-¿De qué estás hablando? Un indio vendido, un traidor, un terrateniente, un explotador.
-Uh, toda la vida creí que el jodido era Isidoro. No lo había pensado...
-Te lo presentan así para justificar la conquista del desierto.
-Mirá vos, hace poco salió en Clarín un artículo a doble página sobre los valores de Patoruzú.
-Y claro, porque les conviene.
-Menos mal que no voté.
Lo digo en serio, avergonzada. "Me tirás abajo un ídolo, Dani". En tren de desmitificar personajes, Dani me recomienda Para leer al Pato Donald. Más tarde camina a mis espaldas, rumbo al baño. "Ignorante...", tira al pasar.
A eso de las cuatro empieza el show, enfrente. Alguien canta por enésima vez una versión irreconocible de Latinoamérica, de Calle 13. Con quién me voy a desahogar, si no es con Dani.
-Qué hijos de puta, con lo que me gusta este tema. Ni siquiera puedo seguirlo, le cambiaron todas las notas.
-Tenés razón, no lo había reconocido. ¿Viste el video de Muerte en Hawaii?
-No.
-Miralo.
miércoles, 23 de octubre de 2013
Hermano, ¿puedes darme un céntimo?
Brother, can you spare a dime es una canción que nació en 1930, durante la Gran Depresión, con letra de E.Y. "Yip" Harburg y música de Jay Gorney.
Traducida dice así:
Una vez construí una carretera, la hice funcionar
La acabé en una carrera contra el tiempo
Una vez construí una carretera, ahora ya está hecha
Hermano, ¿puedes darme un céntimo?
Una vez construí una torre hasta el sol
Ladrillo y remache y cal
Una vez construí una torre, ahora ya está hecha
Hermano, ¿puedes darme un céntimo?
Una vez iba con traje caqui
Dios, qué look más maravilloso
Lleno de vitalidad dum dum
Medio millón de botas arrastrándose por el infierno
Yo era el crío del tambor
Dime, ¿no te acuerdas?, me llamaban Al
Era Al todo el tiempo
Dime, ¿no te acuerdas?, soy tu colega
Amigo, ¿puedes darme un céntimo?
Una vez construí una carretera, la hice funcionar
La acabé en una carrera contra el tiempo
Una vez construí una carretera, ahora ya está hecha
Hermano, ¿puedes darme un céntimo?
Una vez construí una torre hasta el sol
Ladrillo y remache y cal
Una vez construí una torre, ahora ya está hecha
Hermano, ¿puedes darme un céntimo?
Una vez iba con traje caqui
Dios, qué look más maravilloso
Lleno de vitalidad dum dum
Medio millón de botas arrastrándose por el infierno
Yo era el crío del tambor
Dime, ¿no te acuerdas?, me llamaban Al
Era Al todo el tiempo
Dime, ¿no te acuerdas?, soy tu colega
Amigo, ¿puedes darme un céntimo?
La versión de George Michael pertenece a su álbum Songs from the last century. No está nada mal, es agradable.
Once I built a railroad, made it runMade it race against timeOnce I built a railroad, now it’s doneBrother, can you spare a dime?Once I built a tower to the sunBrick and rivet and limeOnce I built a tower, now it’s doneBrother, can you spare a dime?Once in khaki suitsGee, we looked swellFull of that yankee doodle de dumHalf a million boots went slogging through hellI was the kid with the drumSay don’t you remember, they called me AlIt was Al all the timeSay don’t you remember, I’m your pal!Buddy, can you spare a dime?Once I built a railroad, made it runMade it race against timeOnce I built a railroad, now it’s doneBrother, can you spare a dime?Once I built a tower to the sunBrick and rivet and limeOnce I built a tower, now it’s doneBrother, can you spare a dime?Once in khaki suitsGee, we looked swellFull of that yankee doodle de dumHalf a million boots went slogging through hellI was the kid with the drumSay don’t you remember, they called me AlIt was Al all the timeSay don’t you remember, I’m your pal!Buddy, can you spare a dime?
¿Habrá una versión más sentida? Sí.
Hay otra de Tom Waits. Pero es demasiado... Alguien dijo, y coincido, que a veces Waits parece estar haciendo gárgaras con tornillos.
lunes, 21 de octubre de 2013
Viajar
El tren
Chocó un tren en Once. Otro tren. Se subió al andén. Las voces se repiten de puesto en puesto. De repente la plaza -un espacio abierto- produce claustrofobia. No tenemos una miserable radio, salvo la del auto de una compañera y ella no sabe cómo sintonizar AM. Un helicóptero sobrevuela el aire.
"El maquinista salió así, ensangrentado... -grafica uno, caminando tambaleante- ...y la gente quiso cagarlo a piñas". Se sonríe, incrédulo (como si no fuese suficiente chocar, encima te castigan).
¿Hay heridos, muertos? Che, ¿se sabe algo más de Once?
"Yo estuve en Once, vengo de ahí", dice una fotógrafa menuda (es nuestra Jackie Onassis, imposible encontrarle la mirada tras esos anteojos de sol). ¿Y?, preguntamos todos. La respuesta se hace esperar. "Hay muchas ambulancias, está todo cortado". Lo parió, la puta que lo parió. Es un sabotaje, le digo a Mónica. ¿Cómo un sabotaje? Y sí, ¿no te parece extraño, tan cerca de las elecciones? Pero no serían capaces de eso, o sí? De eso, y más.
Pero el Hombre piensa diferente. No es un sabotaje, ese es el discurso que conviene instalar. O que la culpa la tiene el laburante. Y lo cierto es que, más allá de si el maquinista se quedó dormido, estaba drogado o venía leyendo, la vida de los usuarios no puede depender de una persona que seguramente tendrá sus fallas, como todos. Los trenes deberían contar con el sistema de frenado automático, lo que pasa es que se dedicaron a maquillarlos y nada más.
http://www.youtube.com/watch?v=zAyutZhTbpo
El subte
Viajo en el subte, por algún motivo falta la voz de los parlantes que anuncia las estaciones. Tuerzo el cuello para mirar por la ventanilla, pero sólo veo parte del andén y ningún cartel. Son mis primeras veces, tampoco estoy segura de qué lado bajarme. Levanto la vista para preguntarle al muchacho enfrente mío, pero viene disfrutando una canción con los ojos cerrados (su cabeza se mueve a un lado y al otro). "En qué estación estamos, no alcanzo a ver...", le pregunto entonces a una gordita que carga un bolso enorme. "Primera Junta", dice ella y sonríe con simpatía, debo tener pinta de alemana perdida. Una gordita con onda, pienso observando las calzas blancas y negras y el bolso plateado. Cuatro estaciones antes de Alberti me levanto para acercarme a las puertas y poder bajar sin complicaciones. Un flaco se deja caer en el asiento vacío, ganándole de mano a la gordita (de reojo alcanzo a ver la expresión de su rostro, ese lugar le correspondía a ella). Aunque informo que bajo en la próxima, quedo en una extraña postura: en medio del vagón, de costado, comprimida, sin poder asirme de ningún pasamanos. No está para viajar de punta en blanco ni con puntillas, pienso. Mejor en ropa de trabajo. Ombú, por caso. Pegado a mí, un muchacho con auriculares. Tiene cuatro pelos blancos en su oreja, mi mirada viaja de esos pelos a un colgante con argollas minúsculas en oro blanco, amarillo y rojo. La chica que lo luce viaja con su novio, de espaldas a las puertas. No puedo evitar pensar en el Sarmiento, cómo se vivirá un choque en medio de una aglomeración. Cuando el subte se acerca a la parada, hay tensión creciente y empujones. "Permiso, permiso..."
Para darnos paso, la parejita debe salir al andén e ingresar nuevamente.
Chocó un tren en Once. Otro tren. Se subió al andén. Las voces se repiten de puesto en puesto. De repente la plaza -un espacio abierto- produce claustrofobia. No tenemos una miserable radio, salvo la del auto de una compañera y ella no sabe cómo sintonizar AM. Un helicóptero sobrevuela el aire.
"El maquinista salió así, ensangrentado... -grafica uno, caminando tambaleante- ...y la gente quiso cagarlo a piñas". Se sonríe, incrédulo (como si no fuese suficiente chocar, encima te castigan).
¿Hay heridos, muertos? Che, ¿se sabe algo más de Once?
"Yo estuve en Once, vengo de ahí", dice una fotógrafa menuda (es nuestra Jackie Onassis, imposible encontrarle la mirada tras esos anteojos de sol). ¿Y?, preguntamos todos. La respuesta se hace esperar. "Hay muchas ambulancias, está todo cortado". Lo parió, la puta que lo parió. Es un sabotaje, le digo a Mónica. ¿Cómo un sabotaje? Y sí, ¿no te parece extraño, tan cerca de las elecciones? Pero no serían capaces de eso, o sí? De eso, y más.
Pero el Hombre piensa diferente. No es un sabotaje, ese es el discurso que conviene instalar. O que la culpa la tiene el laburante. Y lo cierto es que, más allá de si el maquinista se quedó dormido, estaba drogado o venía leyendo, la vida de los usuarios no puede depender de una persona que seguramente tendrá sus fallas, como todos. Los trenes deberían contar con el sistema de frenado automático, lo que pasa es que se dedicaron a maquillarlos y nada más.
http://www.youtube.com/watch?v=zAyutZhTbpo
El subte
Viajo en el subte, por algún motivo falta la voz de los parlantes que anuncia las estaciones. Tuerzo el cuello para mirar por la ventanilla, pero sólo veo parte del andén y ningún cartel. Son mis primeras veces, tampoco estoy segura de qué lado bajarme. Levanto la vista para preguntarle al muchacho enfrente mío, pero viene disfrutando una canción con los ojos cerrados (su cabeza se mueve a un lado y al otro). "En qué estación estamos, no alcanzo a ver...", le pregunto entonces a una gordita que carga un bolso enorme. "Primera Junta", dice ella y sonríe con simpatía, debo tener pinta de alemana perdida. Una gordita con onda, pienso observando las calzas blancas y negras y el bolso plateado. Cuatro estaciones antes de Alberti me levanto para acercarme a las puertas y poder bajar sin complicaciones. Un flaco se deja caer en el asiento vacío, ganándole de mano a la gordita (de reojo alcanzo a ver la expresión de su rostro, ese lugar le correspondía a ella). Aunque informo que bajo en la próxima, quedo en una extraña postura: en medio del vagón, de costado, comprimida, sin poder asirme de ningún pasamanos. No está para viajar de punta en blanco ni con puntillas, pienso. Mejor en ropa de trabajo. Ombú, por caso. Pegado a mí, un muchacho con auriculares. Tiene cuatro pelos blancos en su oreja, mi mirada viaja de esos pelos a un colgante con argollas minúsculas en oro blanco, amarillo y rojo. La chica que lo luce viaja con su novio, de espaldas a las puertas. No puedo evitar pensar en el Sarmiento, cómo se vivirá un choque en medio de una aglomeración. Cuando el subte se acerca a la parada, hay tensión creciente y empujones. "Permiso, permiso..."
Para darnos paso, la parejita debe salir al andén e ingresar nuevamente.
martes, 15 de octubre de 2013
Un luminoso día de ventas
Don Fulgencio
Suele suceder que las calles cortadas por una maratón dificulten la llegada a San Telmo. Así que, previsora, llego más temprano y camino por Belgrano hacia Paseo Colón buscando un bar abierto. Llaman mi atención unas gotas de sangre en la vereda. Cuatro o cinco, no más. Pero que se repiten. Y se repiten. Y se repiten. Como en esos cuentos de baqueanos, me hago ducha en el arte de seguir el rastro. Ahora está aquí, ahora zigzaguea, ahora desciende casi hasta el cordón, ahora sube hasta el cantero. Olvidada del bar, doblo en la esquina de Balcarce y levanto la vista, casi esperando ver el cuerpo tirado.
La calle está vacía. Una hermosa calle en un día luminoso. Las hojas de los árboles brillan, la sangre en la vereda brilla. Avanzo con cautela, de reojo reconozco la figura de Don Fulgencio con sus globos. Un contraste dramático con el enorme charco que se presenta, apenas cruzando la calle. Quienquiera haya sido atacado, ya no está. Cerca de la esquina siguiente, en la puerta de un edificio, algunos hombres conversan. Les explico que todo alrededor de la manzana hay un rastro de sangre, hago hincapié en que es reciente, señalo el lugar del hecho, pido que llamen al 911 para que ubiquen y ayuden al herido, mi celular no tiene crédito. El hombre al que me dirijo mira hacia otro lado, algo murmura de la pelea, pero no se hace cargo. Encaro a uno de sus compañeros y repito todo lo dicho. "Llamá al 911, por favor". Es un alivio leer su mirada.
Después, en la feria, le cuento a una compañera. "Tenía miedo de encontrar al tipo ahí, desangrándose en la vereda". Mi compañera se encoge de hombros. "Ah, yo sigo de largo..."
Danza con lobos
El hombre usa un saco que le queda holgado por donde se mire. Lo vemos siempre, esta vez se para a conversar.
-¿Se da cuenta de que vivimos rodeados de cemento?
-Ajá.
-¿Se preguntó alguna vez por qué vivimos así?
-Me lo pregunto todos los días.
Mira mi puesto y dice: "El trabajo de los indios. Mi película favorita es Danza con lobos, qué linda película". Sus ojos tienen el celeste de las venecitas. "Ah, un peliculón...", acuerdo.
"La música, todo". Cómo habrá hecho para ver Danza con lobos, me da por pensar. Parece adivinarlo.
-Yo ando medio en la mala ahora, pero ya voy a repuntar.
-Seguro.
-A ud también le va a pasar, el barco en el que viaja se va a incendiar hasta no dejar rastros.
-Uh, no me diga así...
-Es que es cierto, algún día va a pasar. Tiene que tener coraje y aferrarse al timón. Como hago yo, que estaba enfermo y me levanté igual. "Vamos, un día más". Y me curé.
A pesar de faltarle varios dientes, tiene cierto aire aristocrático.
-Escúcheme, hay refugios donde ud puede ir, darse una ducha, comer algo caliente.
-Ni loco, ahí van todos los indigentes.
-...
-En la calle estoy bien, en la calle estoy bárbaro. Los otros días se me sentó uno al lado, lo miré así y se levantó y se fue. Además actúo con inteligencia, ahora tengo setenta pesos en el bolsillo... ¿los voy a tirar en un hotel? ¿Setenta hoy, ochenta mañana?
La idea -explica- es comprar un terrenito y hacerse su casa.
-Pero para eso hay que producir mucho. ¿Ud cómo hace sus pesitos?
-Yo vendo lo que encuentro. En un tiempo vendí medias, pero no funcionó.
Mete la mano en una bolsa de consorcio (no tuve conciencia de ella hasta ahora) y saca una corona de plástico plateado, una tristeza de cotillón. "Para las nenas", dice. Claro, para las nenas.
-Los otros días encontré una campera buenísima. No la vendés, no la vas a vender, me preguntaron. Y la vendí, ochenta pesos.
-...
-Bueno, que tenga un buen día. Chau, amiga!
Como una mariposa grande y gris, la palabra se posa en mi pecho.
Suele suceder que las calles cortadas por una maratón dificulten la llegada a San Telmo. Así que, previsora, llego más temprano y camino por Belgrano hacia Paseo Colón buscando un bar abierto. Llaman mi atención unas gotas de sangre en la vereda. Cuatro o cinco, no más. Pero que se repiten. Y se repiten. Y se repiten. Como en esos cuentos de baqueanos, me hago ducha en el arte de seguir el rastro. Ahora está aquí, ahora zigzaguea, ahora desciende casi hasta el cordón, ahora sube hasta el cantero. Olvidada del bar, doblo en la esquina de Balcarce y levanto la vista, casi esperando ver el cuerpo tirado.
La calle está vacía. Una hermosa calle en un día luminoso. Las hojas de los árboles brillan, la sangre en la vereda brilla. Avanzo con cautela, de reojo reconozco la figura de Don Fulgencio con sus globos. Un contraste dramático con el enorme charco que se presenta, apenas cruzando la calle. Quienquiera haya sido atacado, ya no está. Cerca de la esquina siguiente, en la puerta de un edificio, algunos hombres conversan. Les explico que todo alrededor de la manzana hay un rastro de sangre, hago hincapié en que es reciente, señalo el lugar del hecho, pido que llamen al 911 para que ubiquen y ayuden al herido, mi celular no tiene crédito. El hombre al que me dirijo mira hacia otro lado, algo murmura de la pelea, pero no se hace cargo. Encaro a uno de sus compañeros y repito todo lo dicho. "Llamá al 911, por favor". Es un alivio leer su mirada.
Después, en la feria, le cuento a una compañera. "Tenía miedo de encontrar al tipo ahí, desangrándose en la vereda". Mi compañera se encoge de hombros. "Ah, yo sigo de largo..."
Danza con lobos
El hombre usa un saco que le queda holgado por donde se mire. Lo vemos siempre, esta vez se para a conversar.
-¿Se da cuenta de que vivimos rodeados de cemento?
-Ajá.
-¿Se preguntó alguna vez por qué vivimos así?
-Me lo pregunto todos los días.
Mira mi puesto y dice: "El trabajo de los indios. Mi película favorita es Danza con lobos, qué linda película". Sus ojos tienen el celeste de las venecitas. "Ah, un peliculón...", acuerdo.
"La música, todo". Cómo habrá hecho para ver Danza con lobos, me da por pensar. Parece adivinarlo.
-Yo ando medio en la mala ahora, pero ya voy a repuntar.
-Seguro.
-A ud también le va a pasar, el barco en el que viaja se va a incendiar hasta no dejar rastros.
-Uh, no me diga así...
-Es que es cierto, algún día va a pasar. Tiene que tener coraje y aferrarse al timón. Como hago yo, que estaba enfermo y me levanté igual. "Vamos, un día más". Y me curé.
A pesar de faltarle varios dientes, tiene cierto aire aristocrático.
-Escúcheme, hay refugios donde ud puede ir, darse una ducha, comer algo caliente.
-Ni loco, ahí van todos los indigentes.
-...
-En la calle estoy bien, en la calle estoy bárbaro. Los otros días se me sentó uno al lado, lo miré así y se levantó y se fue. Además actúo con inteligencia, ahora tengo setenta pesos en el bolsillo... ¿los voy a tirar en un hotel? ¿Setenta hoy, ochenta mañana?
La idea -explica- es comprar un terrenito y hacerse su casa.
-Pero para eso hay que producir mucho. ¿Ud cómo hace sus pesitos?
-Yo vendo lo que encuentro. En un tiempo vendí medias, pero no funcionó.
Mete la mano en una bolsa de consorcio (no tuve conciencia de ella hasta ahora) y saca una corona de plástico plateado, una tristeza de cotillón. "Para las nenas", dice. Claro, para las nenas.
-Los otros días encontré una campera buenísima. No la vendés, no la vas a vender, me preguntaron. Y la vendí, ochenta pesos.
-...
-Bueno, que tenga un buen día. Chau, amiga!
Como una mariposa grande y gris, la palabra se posa en mi pecho.
jueves, 10 de octubre de 2013
La mejor versión
Hasta el más despistado debe haber oído de la periodista Evelyn Von Brocke y su separación mediática. Despistada soy. Y supe que la ex mujer de Doman bajó diez kilos, medio por cada año de matrimonio. Evelyn afirma que la mujer -una vez casada o en pareja- se transforma en el 20% de lo que era. Ya sea por ocuparse de la casa, de los chicos, o simplemente porque se relaja teniendo un hombre al lado.
Catherine Fulop sentencia, por su parte, que la vejez es una mierda. Así y todo, a los 48 años se la ve espléndida, posando para la campaña de Peter Pan. Sostiene Catherine que siendo más joven le bastaban tres días de dieta para dar bien en las fotos, ahora precisa por lo menos un mes para conseguir iguales resultados. ¿Cómo lo logra? Lo de siempre: mucha fruta, mucha verdura, mucha agua, cero carbohidratos y trabajo aeróbico regular.
La vejez es una mierda, coincido. Tengo una panza... pero una panza, que no les puedo explicar. De esas donde dicen que puede perderse un amante pequeñito. Y me duelen los tobillos al levantarme. Hace unos meses me permití una sesión de drenaje linfático, embutida en unas botas que comprimen y descomprimen las piernas masajeando por sectores. Una maravilla. Media hora, ochenta pesos. ¿Cuánto es lo aconsejable?, pregunté al abonar en recepción. Mínimo, dos veces por semana.
La mayoría de nosotras no tenemos acceso a la iontoforesis, el tratamiento ortomolecular o las inyecciones de células de embrión de oveja en una clínica suiza (algo así, no me pidan precisiones). Sí podemos elegir recuperar nuestro potencial estando en pareja. ¿Qué necesidad hay de esperar a separarnos?
Con ese objetivo en mente (y el recuerdo del vientre plano de Catherine), decidí suprimir las tostadas con queso crema y mermelada... y las facturas del domingo. Me permito dos galletitas de agua de las cuatro que comía, lo cual significa bajar el consumo a la mitad. Además hago bici, media hora diaria. Conseguir la mejor versión de uno mismo, es un lindo juego.
Catherine Fulop sentencia, por su parte, que la vejez es una mierda. Así y todo, a los 48 años se la ve espléndida, posando para la campaña de Peter Pan. Sostiene Catherine que siendo más joven le bastaban tres días de dieta para dar bien en las fotos, ahora precisa por lo menos un mes para conseguir iguales resultados. ¿Cómo lo logra? Lo de siempre: mucha fruta, mucha verdura, mucha agua, cero carbohidratos y trabajo aeróbico regular.
La vejez es una mierda, coincido. Tengo una panza... pero una panza, que no les puedo explicar. De esas donde dicen que puede perderse un amante pequeñito. Y me duelen los tobillos al levantarme. Hace unos meses me permití una sesión de drenaje linfático, embutida en unas botas que comprimen y descomprimen las piernas masajeando por sectores. Una maravilla. Media hora, ochenta pesos. ¿Cuánto es lo aconsejable?, pregunté al abonar en recepción. Mínimo, dos veces por semana.
La mayoría de nosotras no tenemos acceso a la iontoforesis, el tratamiento ortomolecular o las inyecciones de células de embrión de oveja en una clínica suiza (algo así, no me pidan precisiones). Sí podemos elegir recuperar nuestro potencial estando en pareja. ¿Qué necesidad hay de esperar a separarnos?
Con ese objetivo en mente (y el recuerdo del vientre plano de Catherine), decidí suprimir las tostadas con queso crema y mermelada... y las facturas del domingo. Me permito dos galletitas de agua de las cuatro que comía, lo cual significa bajar el consumo a la mitad. Además hago bici, media hora diaria. Conseguir la mejor versión de uno mismo, es un lindo juego.
martes, 8 de octubre de 2013
Sepamos lo que es Chevron, sepamos lo que es el fracking
Campesino ecuatoriano enmudeció a la ONU
ONU- Autor : Unión Latinoamericana de Agencias de Noticias (ULAN) Fecha: 26 septiembre 2013 In: Ecología y Medio Ambiente, Internacional, Sudamérica
ULAN
El campesino de la Amazonía ecuatoriana, José Shingre, enmudeció momentáneamente a la audiencia de la Organización de Naciones Unidas, que lo escuchó dar su testimonio entre lágrimas, sobre cómo la contaminación dejada en su territorio por la gigante petrolera Chevron- Texaco causa muerte por enfermedad a miles de sus compañeros.
“Consecuencia de eso están muriendo cientos, y ya miles de compañeros campesinos, indígenas, compañeros, y lo que más nos duele en el alma es que inclusive los gobiernos no nos han ayudado a los clamores de nosotros; no queremos plata, no queremos dinero, lo que queremos tener es dos cosas, señores, ¡Agua queremos, porque en la zona no hay cómo coger agua, está contaminada por más que las autoridades locales quieran darnos agua no lo pueden (hacer), todo está contaminado (…) y queremos justicia, nada más, justicia, porque hoy por hoy, ni la agricultura nos vale ¿ de qué vale que nosotros tengamos las manos encallecidas?”, dijo.
Shingre, uno de los representantes amazónicos de afectados por la negligente remediación ambiental de Chevron-Texaco en la Amazonía ecuatoriana, recibió recién el lunes visa para ingresar a Estados Unidos, un documento que originalmente le fue denegado por la embajada de ese país en Ecuador y que necesitaba para poder acudir a dar su testimonio en el evento “Derechos Humanos, Medio Ambiente y Transnacionales- El caso Chevron-Texaco en el Ecuador”, que se llevó a cabo en el marco del 68 Período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas.
“Ellos gobernaban (Texaco). No gobernaban las autoridades, ni siquiera las Fuerzas Armadas, porque ellos determinaban que vayan estos uniformados para que nosotros no diéramos resistencia cuando nos derrocaban los cultivos de café, caña de azúcar, frutales y entre otros y nosotros, inclusive, éramos perseguidos por las mismas autoridades”.
“Nuestras familias se enferman a cada rato y mientras permanezca esta desadaptada práctica de Chevron, antes Texaco, nada será bueno, por más que puedan agrupar a todos los médicos del mundo, tenemos claro en la mente que si no se quita, se hace una remediación ambiental adecuada, desde el corazón humano ningún remedio será bueno, ningún remedio”.
“Y hoy, cuando pedimos justicia, se dice que (el culpable) es el mismo Estado (ecuatoriano), no estamos defendiendo al presidente, pero nosotros nos sentimos Estado, o sea que quiere que nosotros paguemos las injusticias de Texaco, hoy Chevron, y eso no se debe dar en ninguna parte del planeta”.
“Estamos viendo claro que ellos defienden sólo los dólares, la parte económica, la parte mercantil, pero no se defiende la vida, cuando la vida es primero, no otra cosa”, dijo.
"Casi un milagro", por favor...
Hoy vi en el diario la foto de una indígena mejicana pariendo a su bebé en el jardín del patio de una clínica. Los médicos, en paro parcial, le negaron atención pese a que ya estaba a punto de dar a luz (después argumentaron que no la comprendieron, otros adujeron falta de personal). Lo primero que pensé es que la falta de atención no es lo peor que le pudo haber pasado. Que tuvo a su bebé en la posición más aconsejable. Que zafó de una cesárea innecesaria. Y recordé, como tantas otras veces, la historia leída en una vieja Uno mismo sobre una jujeña a quien se le adelantó el parto estando de paso en Buenos Aires. Era ya su sexto o séptimo hijo, no recuerdo, pero la cosa no se presentaba bien.
Habían acostado a la mujer en una camilla. Pasaban las horas, y el chiquito no nacía. Hasta que finalmente ella misma dijo "Ansina no i di poder...", se incorporó trabajosamente, se puso en cuclillas y tuvo a su hijo en un santiamén. ¿Por qué? Porque los movimientos del parto son los mismos que se realizan al evacuar. ¿Y quién puede boca arriba? Esta mamá jujeña había parido siempre del mismo modo, sólo que haciendo un hueco en la tierra para recibir a sus bebés.
La mujer se acuesta para comodidad de los médicos, no de la suya propia. La mayoría de las cesáreas se programan para beneficio de los profesionales que no quieren, por ejemplo, suspender su asistencia a congresos. Un horror. Hacerle perder a las madres la felicidad de un parto natural, ¿con qué derecho? Una vez leí que si el parto está bien llevado, la mujer experimenta el mayor orgasmo de su vida. ¿Qué clase de mal paridos -nunca mejor dicho- son los que la acuestan, apuran, anestesian y operan? Y en no pocos casos, atan? La famosa episiotomía muchas veces sólo sirve para acelerar los tiempos y favorecer, nuevamente, a los médicos.
La nota termina diciendo: "En semejantes condiciones de salubridad la buena noticia, casi un milagro, es el estado de salud del pequeño Josué, que pesaba 2 kilos 400 gramos y medía 48 centímetros cuando fue fotografiado recién nacido sobre el césped". ¿Casi un milagro? ¿Pero de qué hablan? Sé de enfermeras que se dedican a asistir a la mujer para que tenga un parto natural, sin miedo y sin dolor. Son perseguidas por ejercicio ilegal de la medicina.
Habían acostado a la mujer en una camilla. Pasaban las horas, y el chiquito no nacía. Hasta que finalmente ella misma dijo "Ansina no i di poder...", se incorporó trabajosamente, se puso en cuclillas y tuvo a su hijo en un santiamén. ¿Por qué? Porque los movimientos del parto son los mismos que se realizan al evacuar. ¿Y quién puede boca arriba? Esta mamá jujeña había parido siempre del mismo modo, sólo que haciendo un hueco en la tierra para recibir a sus bebés.
La mujer se acuesta para comodidad de los médicos, no de la suya propia. La mayoría de las cesáreas se programan para beneficio de los profesionales que no quieren, por ejemplo, suspender su asistencia a congresos. Un horror. Hacerle perder a las madres la felicidad de un parto natural, ¿con qué derecho? Una vez leí que si el parto está bien llevado, la mujer experimenta el mayor orgasmo de su vida. ¿Qué clase de mal paridos -nunca mejor dicho- son los que la acuestan, apuran, anestesian y operan? Y en no pocos casos, atan? La famosa episiotomía muchas veces sólo sirve para acelerar los tiempos y favorecer, nuevamente, a los médicos.
La nota termina diciendo: "En semejantes condiciones de salubridad la buena noticia, casi un milagro, es el estado de salud del pequeño Josué, que pesaba 2 kilos 400 gramos y medía 48 centímetros cuando fue fotografiado recién nacido sobre el césped". ¿Casi un milagro? ¿Pero de qué hablan? Sé de enfermeras que se dedican a asistir a la mujer para que tenga un parto natural, sin miedo y sin dolor. Son perseguidas por ejercicio ilegal de la medicina.
lunes, 7 de octubre de 2013
Estamos todos invitados
Ágape
Mano a mano con Francisco, se titula el reportaje de Eugenio Scalfari (fundador del diario La Repubblica, periodista, escritor y político socialista italiano, tiene 89 años) en Clarín de este domingo. Me gusta este Papa, me parece el más piola que haya dado la Iglesia en mucho tiempo. Despliego el diario sobre mis rodillas dispuesta a disfrutar la lectura, es de agradecer un día sin viento.
El 'ágape' es el amor por los otros, como predicó nuestro Señor, dice Francisco. No es proselitismo, es amor. Amor por el prójimo, la levadura que sirve al bien común. El ágape, el amor de cada uno de nosotros hacia todos los otros, desde los más cercanos hasta los más alejados, es justamente el único modo que Jesús nos señaló para encontrar el camino de la salvación y las Bienaventuranzas.
En el diálogo entre ambos, Francisco le pregunta a Scalfari:
...déjeme hacerle una pregunta: usted, laico, no creyente en Dios, ¿en qué cree? Usted es un escritor y hombre del pensamiento. Creerá, por ende, en algo, tendrá un valor dominante. No me responda con palabras como la honestidad, la búsqueda, la visión del bien común; principios y valores importantes, pero no es eso lo que le pregunto. Le pregunto qué piensa de la esencia del mundo, más aún, del universo. Sin duda se preguntará, como todos, ¿quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos? Hasta un niño se hace esas preguntas. ¿Y usted?
-Le agradezco esa pregunta. La respuesta es la siguiente: yo creo en el Ser, es decir, el tejido del que surgen las formas, los Entes.
-Y yo creo en Dios. No en un Dios católico, no existe un Dios católico, existe Dios. Y creo en Jesucristo, su encarnación. Jesús es mi maestro y mi pastor, pero Dios, el Padre, Abba, es la luz y el Creador. Ese es mi Ser. ¿Le parece que estamos muy alejados?
-Estamos alejados en los pensamientos, pero somos semejantes como personas humanas, animadas por nuestros instintos que se transforman en pulsiones, sentimientos, voluntad, pensamiento y razón. En eso somos semejantes.
-Pero eso que llama Ser, ¿quiere definir cómo lo piensa usted?
-El Ser es un tejido de energía. Energía caótica pero indestructible y en eterno caos. De esa energía emergen las formas cuando la energía llega al punto de explotar. Las formas tienen sus leyes, sus campos magnéticos, sus elementos químicos, que se combinan casualmente, evolucionan, finalmente se apagan pero su energía no se destruye. El hombre es probablemente el único animal dotado de pensamiento, al menos en nuestro planeta y sistema solar. Dije que está animado de instintos y deseos pero agrego que tiene también en su interior una resonancia, un eco, una vocación de caos.
-Está bien. No quería que me hiciera un compendio de su filosofía y me dijo lo que me hacía falta. Yo observo, por mi parte, que Dios es luz que ilumina las tinieblas aunque no las disuelva y una chispa de esa luz divina está dentro de cada uno de nosotros. En la carta que le escribí, recuerdo haberle dicho que también nuestra especie acabará pero no acabará la luz de Dios y que en ese momento invadirá todas las almas y todo estará en todos.
-Sí, lo recuerdo muy bien, dijo "toda la luz estará en todas las almas", lo cual da más una figura de inmanencia que de trascendencia.
Pucha, ¿de dónde viene esta emoción? Un gotón cae sobre la hoja que estoy leyendo (para no lagrimear delante de la gente, busco rápido refugio en el baño).
El ágape es también un banquete. En éste al que alude Francisco, estamos todos invitados.
Senegal
Negro como la noche, negro de pie a cabeza, el negro más negro del mundo se detiene a espaldas de mi puesto. La idea es acomodar los lentes que vende por la calle, dispuestos en lo que parece una plancha de telgopor pintado. El negro acuesta la plancha sobre la vereda y se acuclilla para hacer su tarea. Mi vecino, después de curiosear un rato, le sugiere apoyar la plancha contra la pared y sentarse en una reposera para trabajar más cómodo. El negro no entiende palabra, mi vecino me sonríe por encima suyo y eleva los hombros, como diciendo "lo intenté". Entonces voy y le chamuyo en inglés, pero tampoco. Termino levantando yo misma la plancha para demostrarle lo que intentamos decir. Ahora sí, el negro agradece con un gesto, igualmente la última fila de lentes lo obliga a contorsionarse demasiado. Así que apoyamos la plancha, para elevarla, sobre los brazos de una segunda silla (no querés un café, pienso con ironía). De cerca se ve muy joven... ¿qué tendrá, veintidós, veintitrés años? Tiene largos pies, y un aspecto cuidado. Los lentes que ofrece son de imitación, con su etiqueta colgando y todo. Lindos, cancheros, peligrosos.
El negro se toma todo el tiempo del mundo, acomoda un par de anteojos y retrocede para mirar su obra casi como un pintor en busca de perspectiva. Es enternecedor ver cómo se toma su trabajo en serio. Cuando saca un plumero minúsculo (¿dónde lo llevaba?) y empieza a pasarlo sobre la mercadería, Dani, el librero anarquista, me grita no sé qué de lejos. Mejor ni mirarlo. "¿De dónde sos?", pregunto sin esperanza alguna. "África", responde para mi sorpresa. "Sí, ya sé que de África, pero de qué lugar?" "Senegal". "¿Te trata bien nuestro país?" El negro me mira sin comprender. "Mmm... ¿te gusta Argentina?" "Argentina", asiente mientras sigue acomodando. Uno de los vidrios se suelta de su armazón y cae estrepitosamente al suelo. Qué pierdo con probar: "Esos lentes no hacen bien a los ojos". Senegal me mira, parece entenderme. "Son malos", deletreo despacio. "Si no los comprás en una óptica, en un negocio, te hacen mal a los ojos". Entiende, no me cabe duda. "Te digo para que cambies de mercadería, cuando puedas..."
Senegal acomoda las sillas y se despide con un educado gracias señora. A la nochecita nos cruzamos una cuadra más allá, su sonrisa de piano es un regalo inesperado.
Mano a mano con Francisco, se titula el reportaje de Eugenio Scalfari (fundador del diario La Repubblica, periodista, escritor y político socialista italiano, tiene 89 años) en Clarín de este domingo. Me gusta este Papa, me parece el más piola que haya dado la Iglesia en mucho tiempo. Despliego el diario sobre mis rodillas dispuesta a disfrutar la lectura, es de agradecer un día sin viento.
El 'ágape' es el amor por los otros, como predicó nuestro Señor, dice Francisco. No es proselitismo, es amor. Amor por el prójimo, la levadura que sirve al bien común. El ágape, el amor de cada uno de nosotros hacia todos los otros, desde los más cercanos hasta los más alejados, es justamente el único modo que Jesús nos señaló para encontrar el camino de la salvación y las Bienaventuranzas.
En el diálogo entre ambos, Francisco le pregunta a Scalfari:
...déjeme hacerle una pregunta: usted, laico, no creyente en Dios, ¿en qué cree? Usted es un escritor y hombre del pensamiento. Creerá, por ende, en algo, tendrá un valor dominante. No me responda con palabras como la honestidad, la búsqueda, la visión del bien común; principios y valores importantes, pero no es eso lo que le pregunto. Le pregunto qué piensa de la esencia del mundo, más aún, del universo. Sin duda se preguntará, como todos, ¿quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos? Hasta un niño se hace esas preguntas. ¿Y usted?
-Le agradezco esa pregunta. La respuesta es la siguiente: yo creo en el Ser, es decir, el tejido del que surgen las formas, los Entes.
-Y yo creo en Dios. No en un Dios católico, no existe un Dios católico, existe Dios. Y creo en Jesucristo, su encarnación. Jesús es mi maestro y mi pastor, pero Dios, el Padre, Abba, es la luz y el Creador. Ese es mi Ser. ¿Le parece que estamos muy alejados?
-Estamos alejados en los pensamientos, pero somos semejantes como personas humanas, animadas por nuestros instintos que se transforman en pulsiones, sentimientos, voluntad, pensamiento y razón. En eso somos semejantes.
-Pero eso que llama Ser, ¿quiere definir cómo lo piensa usted?
-El Ser es un tejido de energía. Energía caótica pero indestructible y en eterno caos. De esa energía emergen las formas cuando la energía llega al punto de explotar. Las formas tienen sus leyes, sus campos magnéticos, sus elementos químicos, que se combinan casualmente, evolucionan, finalmente se apagan pero su energía no se destruye. El hombre es probablemente el único animal dotado de pensamiento, al menos en nuestro planeta y sistema solar. Dije que está animado de instintos y deseos pero agrego que tiene también en su interior una resonancia, un eco, una vocación de caos.
-Está bien. No quería que me hiciera un compendio de su filosofía y me dijo lo que me hacía falta. Yo observo, por mi parte, que Dios es luz que ilumina las tinieblas aunque no las disuelva y una chispa de esa luz divina está dentro de cada uno de nosotros. En la carta que le escribí, recuerdo haberle dicho que también nuestra especie acabará pero no acabará la luz de Dios y que en ese momento invadirá todas las almas y todo estará en todos.
-Sí, lo recuerdo muy bien, dijo "toda la luz estará en todas las almas", lo cual da más una figura de inmanencia que de trascendencia.
Pucha, ¿de dónde viene esta emoción? Un gotón cae sobre la hoja que estoy leyendo (para no lagrimear delante de la gente, busco rápido refugio en el baño).
El ágape es también un banquete. En éste al que alude Francisco, estamos todos invitados.
Senegal
Negro como la noche, negro de pie a cabeza, el negro más negro del mundo se detiene a espaldas de mi puesto. La idea es acomodar los lentes que vende por la calle, dispuestos en lo que parece una plancha de telgopor pintado. El negro acuesta la plancha sobre la vereda y se acuclilla para hacer su tarea. Mi vecino, después de curiosear un rato, le sugiere apoyar la plancha contra la pared y sentarse en una reposera para trabajar más cómodo. El negro no entiende palabra, mi vecino me sonríe por encima suyo y eleva los hombros, como diciendo "lo intenté". Entonces voy y le chamuyo en inglés, pero tampoco. Termino levantando yo misma la plancha para demostrarle lo que intentamos decir. Ahora sí, el negro agradece con un gesto, igualmente la última fila de lentes lo obliga a contorsionarse demasiado. Así que apoyamos la plancha, para elevarla, sobre los brazos de una segunda silla (no querés un café, pienso con ironía). De cerca se ve muy joven... ¿qué tendrá, veintidós, veintitrés años? Tiene largos pies, y un aspecto cuidado. Los lentes que ofrece son de imitación, con su etiqueta colgando y todo. Lindos, cancheros, peligrosos.
El negro se toma todo el tiempo del mundo, acomoda un par de anteojos y retrocede para mirar su obra casi como un pintor en busca de perspectiva. Es enternecedor ver cómo se toma su trabajo en serio. Cuando saca un plumero minúsculo (¿dónde lo llevaba?) y empieza a pasarlo sobre la mercadería, Dani, el librero anarquista, me grita no sé qué de lejos. Mejor ni mirarlo. "¿De dónde sos?", pregunto sin esperanza alguna. "África", responde para mi sorpresa. "Sí, ya sé que de África, pero de qué lugar?" "Senegal". "¿Te trata bien nuestro país?" El negro me mira sin comprender. "Mmm... ¿te gusta Argentina?" "Argentina", asiente mientras sigue acomodando. Uno de los vidrios se suelta de su armazón y cae estrepitosamente al suelo. Qué pierdo con probar: "Esos lentes no hacen bien a los ojos". Senegal me mira, parece entenderme. "Son malos", deletreo despacio. "Si no los comprás en una óptica, en un negocio, te hacen mal a los ojos". Entiende, no me cabe duda. "Te digo para que cambies de mercadería, cuando puedas..."
Senegal acomoda las sillas y se despide con un educado gracias señora. A la nochecita nos cruzamos una cuadra más allá, su sonrisa de piano es un regalo inesperado.
viernes, 4 de octubre de 2013
No entendí
Tengo una amiga que dice así: no entendí. Y van y le explican. Lo bien que hace. No poca gente reacciona de mala manera cuando no entendemos algo. ¿Qué hacemos entonces? Nos callamos. Por una cuestión de supervivencia, para hacer el día más amable.
Ah, pero qué ganas de decirlo sin consecuencias. No entendí. No entiendo cómo hicieron su fortuna algunos políticos, explicame. Pero sin buscarme la yugular, sin etiquetarme como de la "derecha golpista" o la "mierda troska". Así, tranquilo. Vos decís que no lo hubieses hecho, pero que alguien tenía que hacerlo. Mmm. No, tenés razón, yo no soy un dechado de virtudes. Pero qué sé yo, se trata de los destinos de la nación, a ver si todavía resulta que estamos gobernados por gente de moral flojita. Que (no quisiera imaginar) explota nuestros recursos a costa de los suelos o el agua. ¿Y la gente? Ante la duda me abstengo, llamame Doña Rosa si te place. Mil y pico de colegios, la AUH, todo maravilloso. Pero tenemos una sola tierra y a mi modo de ver está en peligro.
Explicame cómo es que una pastera no contamina, cómo vamos a hacer cuando todos los campos se vuelvan infértiles por el monocultivo de la soja. No entendí, no entiendo. Si no hay cepo cambiario, ¿por qué tengo que terminar en una cueva por unos pocos dólares? ¿Y qué hace un cana, con su uniforme de cana, custodiando esa misma cueva? ¿Por qué el mismo medio que entronizó a Kirchner (¿quién lo conocía?) busca ahora esmerilar el poder de Cristina? El problema cuando no entendemos es que nos sentimos tontos. Si nadie explica, o si la explicación no nos cierra y no cabe la repregunta, parecería que algo en nosotros funciona mal. Cuando las respuestas son violentas, cuando el mensaje es "no entendés nada, callate, hacé algo productivo con tu vida y después vení a opinar, renacuajo imberbe", el que no entiende se retrae, se enquista. Salvo dos o tres ejemplos de gente que insiste y termina cayendo en el mismo tono descalificador. Una pena.
Un comentarista de uno de los blogs que sigo se hacía las siguiente preguntas:
Los 5 pibes de Harvard (con o sin machetes) demostraron que CFK no puede responder las preguntas que todos tenemos.
Cual es la inflación real?
De dónde sacó su patrimonio?
Por qué hay un cepo cambiario?
Cómo se va a salir del cepo?
Cómo piensa combatir la inseguridad?
Por qué cambió su posición en el tema AMIA?
Por qué solo se combate 1 "monopolio" (Clarín) mientras los demás florecen?
Por qué se firmó un acuerdo con Chevrón en secreto y de espalda al pueblo?
Cual es el estado real de Aerolíneas Argentinas e YPF (deudas, inversiones, déficit, etc, etc, etc)?
Por qué se lo mantiene a Boudu?
Cómo piensa repagar los fondos de la Anses que se entregaron al ejecutivo?
Cual es la estrategia para frenar la fuga de dólares?
Cómo se justifica el patrimonio de sus amigos (Lázaro y Cristobalito)?
Cómo se justifica el patrimonio de TODOS sus ministros y secretarios?
Como ves son todas preguntas simples. Qué carajo importa si las preguntas vienen de un machete de Clarín o sugeridas por Lanata?
Si CFK no tiene NADA que ocultar debería poder responderlas fácilmente.
Son sus propios no entendí, perfectamente claros y atendibles. He aquí la respuesta que recibió por parte de otro comentarista:
Tus preguntas son de lo más pelotudo que se puede leer. Un compendio de lugares comunes y pura estupidez.
Tu agenda es la agenda de Lanata, lo cual ya de por si es bastante pobre. Al menos él lo hace por guita, supongo que lo tuyo es amateur.
Si querés una entrevista para contestar semejantes pavadas, es que tu nivel intelectual está apenas por sobre el de una botella de lavandina o del de Lanata, que por ahí anda.
Diría Menem: ¿es nesario?
Ah, pero qué ganas de decirlo sin consecuencias. No entendí. No entiendo cómo hicieron su fortuna algunos políticos, explicame. Pero sin buscarme la yugular, sin etiquetarme como de la "derecha golpista" o la "mierda troska". Así, tranquilo. Vos decís que no lo hubieses hecho, pero que alguien tenía que hacerlo. Mmm. No, tenés razón, yo no soy un dechado de virtudes. Pero qué sé yo, se trata de los destinos de la nación, a ver si todavía resulta que estamos gobernados por gente de moral flojita. Que (no quisiera imaginar) explota nuestros recursos a costa de los suelos o el agua. ¿Y la gente? Ante la duda me abstengo, llamame Doña Rosa si te place. Mil y pico de colegios, la AUH, todo maravilloso. Pero tenemos una sola tierra y a mi modo de ver está en peligro.
Explicame cómo es que una pastera no contamina, cómo vamos a hacer cuando todos los campos se vuelvan infértiles por el monocultivo de la soja. No entendí, no entiendo. Si no hay cepo cambiario, ¿por qué tengo que terminar en una cueva por unos pocos dólares? ¿Y qué hace un cana, con su uniforme de cana, custodiando esa misma cueva? ¿Por qué el mismo medio que entronizó a Kirchner (¿quién lo conocía?) busca ahora esmerilar el poder de Cristina? El problema cuando no entendemos es que nos sentimos tontos. Si nadie explica, o si la explicación no nos cierra y no cabe la repregunta, parecería que algo en nosotros funciona mal. Cuando las respuestas son violentas, cuando el mensaje es "no entendés nada, callate, hacé algo productivo con tu vida y después vení a opinar, renacuajo imberbe", el que no entiende se retrae, se enquista. Salvo dos o tres ejemplos de gente que insiste y termina cayendo en el mismo tono descalificador. Una pena.
Un comentarista de uno de los blogs que sigo se hacía las siguiente preguntas:
Los 5 pibes de Harvard (con o sin machetes) demostraron que CFK no puede responder las preguntas que todos tenemos.
Cual es la inflación real?
De dónde sacó su patrimonio?
Por qué hay un cepo cambiario?
Cómo se va a salir del cepo?
Cómo piensa combatir la inseguridad?
Por qué cambió su posición en el tema AMIA?
Por qué solo se combate 1 "monopolio" (Clarín) mientras los demás florecen?
Por qué se firmó un acuerdo con Chevrón en secreto y de espalda al pueblo?
Cual es el estado real de Aerolíneas Argentinas e YPF (deudas, inversiones, déficit, etc, etc, etc)?
Por qué se lo mantiene a Boudu?
Cómo piensa repagar los fondos de la Anses que se entregaron al ejecutivo?
Cual es la estrategia para frenar la fuga de dólares?
Cómo se justifica el patrimonio de sus amigos (Lázaro y Cristobalito)?
Cómo se justifica el patrimonio de TODOS sus ministros y secretarios?
Como ves son todas preguntas simples. Qué carajo importa si las preguntas vienen de un machete de Clarín o sugeridas por Lanata?
Si CFK no tiene NADA que ocultar debería poder responderlas fácilmente.
Son sus propios no entendí, perfectamente claros y atendibles. He aquí la respuesta que recibió por parte de otro comentarista:
Tus preguntas son de lo más pelotudo que se puede leer. Un compendio de lugares comunes y pura estupidez.
Tu agenda es la agenda de Lanata, lo cual ya de por si es bastante pobre. Al menos él lo hace por guita, supongo que lo tuyo es amateur.
Si querés una entrevista para contestar semejantes pavadas, es que tu nivel intelectual está apenas por sobre el de una botella de lavandina o del de Lanata, que por ahí anda.
Diría Menem: ¿es nesario?
jueves, 3 de octubre de 2013
Si la envidia fuera tiña
Diecisiete minutos, cuatro segundos. El común de los mortales demoramos más en desayunar.
Fábio Cembranelli, mis respetos.
Qué belleza todo.
miércoles, 2 de octubre de 2013
Cajas pequeñas
El negocio está dentro de una galería. La vidriera exhibe toallas para visitas, cajas de madera decorada, portavelas, mantitas de bebé, aromatizadores, bolsas para el algodón. Mucho dorado, encaje y rosas. Bordadas, pintadas a mano, trabajadas en resina. Sobre una de las cajas, la figura de un bebé -hecho en porcelana fría- duerme boca abajo. Está bastante logrado, de una de sus manitas cuelga un conejo de paño. Mi bebé, se repite aquí y allá. ¿Qué podrá guardarse en cajas tan pequeñas? Primeros dientes, supongo, o restos de cordón umbilical. Pese a la luz de las dicroicas, el local tiene un aire pesado y victoriano. Se me ocurre pispear a la encargada a través de la vidriera, tal vez se asemeje a la Reina de Corazones. No alcanzo a verla, oculta como está tras un perchero con toallas y un ramo de rosas secas.
De vuelta en casa, estreno bloc de acuarela (veinte hojas de papel extra áspero). Pero a pesar de intentarlo e intentarlo, mis flores se niegan a nacer. No es motivo para la tristeza, o sí?
Sospecho más de las cajas pequeñas.
De vuelta en casa, estreno bloc de acuarela (veinte hojas de papel extra áspero). Pero a pesar de intentarlo e intentarlo, mis flores se niegan a nacer. No es motivo para la tristeza, o sí?
Sospecho más de las cajas pequeñas.
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