El presentador comenta atinadamente que no se trata sólo de los tarifazos y los despidos. Que quien antes cenaba afuera tres veces al mes, ahora sólo lo hace una, que por más que uno cargue su vianda en un tupper, tomar un cafecito por ahí sale entre 30 y 50$.
Sigue el hombre diciendo que eso se traslada a todo, que de los bares también dependen los trabajadores a quienes se les dice, por ejemplo, "No, hoy no me dejes lechuga y tomate, no necesito", que si antes laburaban cuatro mozos ahora se arreglan con uno, o si se manejan con cuatro cocineros y un bachero, dicen: "Pibe, mañana no vengas". Que el aumento de la luz no lo sufrimos sólo nosotros sino también las carnicerías, que entonces suben el precio de la carne.
Hoy pasé por una conocida zapatería, las botas de cuero (cortas, de uso diario) no bajan de 2.900$. ¿No es un poco mucho? Uno ya renunció al diario, al cine, a las salidas, a los gastos "superfluos"... y así y todo cuesta llegar a fin de mes. Hace pocos días intenté fabricar jabón con restos de jabones viejos. Me quedó un pastiche que no solidificó nunca. Con rico olor a rosas, eso sí. No, no es que no podamos comprar un jabón, lo que pasa es que estiramos el peso lo más posible. ¿Qué sabe nadie cuánto va a venir de gas o de luz, a cuánto se van a disparar los alquileres? La esponja de la cocina tiene dos largos y feos cortes por lavar algún cuchillo del lado del filo. Hace pocos meses la hubiese reemplazado sin dudar, hoy pienso que aguanta un poco más.
Quince pesos, 'cuchame.
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