El director técnico
El director técnico -uno, cada barrio tiene varios- mueve la pierna con nerviosismo. "¡No lo dejan avanzar!", insiste a viva voz. La gente en el bar ríe a sus espaldas. No es para menos. Luciendo la camiseta de la selección, sentado en primera fila, el director técnico parece incapaz de correr un picado de diez minutos.
El hombre interesante
Solo, ocupando una mesa pequeña en una esquina, esta allí desde muy temprano. De abundante pelo canoso, viste con elegancia. De vez en cuando consulta a su celular o hace un llamado. Ninguna de las mujeres presentes ha dejado de notar su presencia. De manera sutil -es medido en el festejo- parece sonreir a todas, cruzar miradas con todas. Durante hora y media, la ilusión del romance entrecruza el aire. Apenas finaliza el partido, el hombre interesante desaparece tal como llegó: temprano y solo.
Las amigas
No entienden nada. "¿Ya empezó?", preguntan segundos antes del primer gol del segundo tiempo. Sí, ya empezó. Hay que perdonarlas, el nuevo magazine de moda trae una colección hermosa. Corazón no les falta. Una no puede terminar su plato, de los nervios. La otra mastica por dos y además ataca el pan, de los nervios. Ambas hacen catarsis con cada gol. Y, digámoslo, pispean cada tanto al hombre interesante.
Alberto 5
Mozo de años, tucumano, Alberto 5 dice la camiseta de la selección en su espalda. Un hombre coqueto, no hay derecho a forzarlo a ajustar su panza. "Queda una hora más, cual es el apuro...", responde ante el reclamo de un postre. Es difícil adivinar qué piensa o siente, tiene apenas la cara un poco más arrebatada que de costumbre.
La mesa larga
Llega la pizza, gigante, cargada de cebolla y aceitunas. Llega la cerveza. Llegan los postres, tentadoras porciones de torta de chocolate y mousse. El televisor casi no tiene volumen. "Está al máximo", explica Alberto 5 a la pasada. ¿Problemas con SADAIC? "Tendría que haber traído la radio", dice una mujer de la mesa larga. Igual se sufre. Casi en silencio, dentro de lo que cabe.
"Esto sí que es Argentina", diría Luca Prodan. O quizás habría que decir "esto sí que es Buenos Aires". Porque no vi cómo se sigue el Mundial en Jujuy. Ni cómo festejaron los goles de Messi en Chaco, Formosa o Catamarca. Ni si las mujeres santiagueñas, puntanas o rionegrinas son tan ignorantes en materia de fútbol como la mayoría de las porteñas. Argentina ¿será un país?...
ResponderEliminarEl director técnico: Yo tengo uno de cliente. "El señor del Pito" se presenta cuando llega. Fué muy conocido, era de River, Boca o alguno de esos, no me acuerdo.
ResponderEliminarEl hombre interesante: Además inteligente, para seguir siendo interesante no abrió la boca.
Las amigas: Uf, imposible ver el partido con una amiga. Siempre te tienta más seguir conversando.
Es verdad. Los otros días vi una encuesta que le hicieron a los hombres por la calle, para ver si estaban de acuerdo que las mujeres viesen los partidos con ellos. La mayoría respondió que no tenía problemas, salvo uno que se quejó de la suegra, parece que la señora habla de cualquier otra cosa y además se para frente al televisor. Doy fe, yo misma he preguntado "¿por qué el pasto tiene dos colores?" (entre nosotras, ¿por qué?)
ResponderEliminarAl final resulta ser que somos tan básicas como ellos, mire si no este Pocho no sé cuánto. ¿Puede ser que unos abdominales de tabla de lavar, un revólver tatuado en la cintura y unos lienzos a media asta causen tanto revuelo?
ResponderEliminarPocas veces desatendí tanto un partido como esta vez, le juro.
Ay, por favooor!!!
ResponderEliminarMe parece que una vez escuché que cortan el paso a dos alturas y eso hace el efecto "dos colores". O lo inventé, no sé, pero suena rezonable, no?
ResponderEliminar¿Dónde le vió el revólver? yo me quedé en los abdominales…
Nayru, me dicen acá que desde el punto de vista técnico sirve como referencia de la posición adelantada.
ResponderEliminarDespués le busco una imagen.
No lo consigo, ponga "tatuaje revólver Pocho Lavezzi" en el buscador. Lo tiene hace mucho.
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