viernes, 7 de marzo de 2014

La liviandad

I

La realidad es bastante diferente a lo que muestra la publicidad. Entonces una ve una vieja comedia con Chevy Chase y no sabe si reírse o llorar.

La trama nos cuenta que una pareja y sus dos hijos parten de vacaciones con destino a un parque de diversiones. ¡Al fin, vacaciones! El papá tiene la firme determinación de pasarla bien y que su familia se di-vier-ta. Con ellos viajan, además, una anciana tía y su perro. Como no podía ser de otra manera, todo sale mal. Al salir del camping -un desastre maloliente que les costó una fortuna- el padre ata el perro al paragolpes del auto para cargar las valijas tranquilo... y lo olvida por completo. Kilómetros después es detenido por un policía, amante de los animales, que le muestra indignado la correa vacía. Si eso fuera todo... la tía fallece en algún punto del camino, y nadie se da cuenta hasta bastante después. ¿Qué hacer con ella? Están varados en el Gran Cañon y los pibes se niegan a seguir viaje junto a una muerta. Por tanto el padre envuelve el cuerpo en una manta, lo sienta en el porta equipajes y retoman el camino así, con un bulto más sobre el techo del auto. ¿Cuál es el problema? No es que vaya a llover, ni mucho menos. El destino ahora es Phoenix, Arizona, a casa del hijo de la occisa. Cuando arriban llueve a cántaros, en medio de los relámpagos el papá se carga el cuerpo al hombro y enfila hacia la puerta de entrada. Nadie responde a los timbrazos. Descubren entonces una nota de su primo, regresa recién el lunes. Qué inconsciente. ¿Y ahora? Lo más apropiado es dejar el cadáver sobre una silla del patio trasero, protegido por un paraguas. La mamá de los pibes acusa a su esposo de desalmado. ¿Qué pretendía ella, que él enviase el cuerpo por correo? Hay que seguir viaje.

¿Por qué son tan efectivas estas comedias? ¿Por qué seguimos riendo días después, al recordarlas? Porque es todo un desafío disfrutar las vacaciones -o siquiera pensar en tomarlas- cuando la vida aprieta con sus obligaciones y responsabilidades. Despreocuparnos o cumplir, otra que Hamlet.

II

El Chaqueño Palavecino cuenta en un reportaje que casi no conoció a su padre. En realidad, soy el resultado de una "arrimadita". Así, sin resentimiento. La liviandad bien entendida.

2 comentarios:

  1. Ud. la cuenta, yo me acuerdo cuando la ví y no paro de reírme. El cadáver de la vieja bajo el paraguas, jajaja. Ya la estoy buscando para que verla con mi hijo. Lo torturo con pelis viejas, y él se la banca como un santo, en realidad las disfruta y después se las recomienda sus amigos. Ya vimos las Rambo, las Rocky, Volver al Futuro, Cabo de Miedo, Durmiendo con el Enemigo y varias mas.
    A cambio yo me tuve que ver cuánta película de ciencia ficción se estrenó en el cine este año.
    Y bueno, es así. Compartir los gustos del otro. Lo estoy educando para que mi futura nuera no me odie demasiado.

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  2. Nayru, la película es mucho más profunda de lo que aparenta a primera vista. ¿Quién no tiene parientes viejitos, quién no teme por ellos? La idea de que fallezca uno durante las vacaciones -y no saber qué hacer con el cuerpo- es mortal.
    La necesidad de Chevy Chase de pasarla bien, contrastando con la seriedad de su esposa, es también todo un tema. El final es medio boludongo, pero tiene partes memorables.

    Feliz día, mujer! Saludos al ninio.

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