"Qué tiempo les tocó...", es el comentario empático de una mujer que pasa. Ni siquiera hay tablas para alquilar, la calle es una larga nada desierta. Dani, el librero anarquista, decide irse. "Esto va a seguir así todo el día...", pronostica agorero y arranca una vieja camioneta que parece quedarse antes de siquiera llegar a la esquina. "Qué personaje", le digo a Caritas. Y agrego que me gusta salir airosa en estos domingos por los que nadie da un peso, son todo un desafío. Por ejemplo, tengo ya la inmensa suerte de que me presten una mesa rebatible. Pero llueve... y llueve... y llueve. Así que voy a hablar con gente que no conozco más que de vista, a ver si pueden alquilarme una estructura. Y nylon, ¿tienen nylon? Es para armarle un techo, de qué me sirve la estructura sin techo. No, ellos no tienen, ¿acaso yo no traje? Sí, tengo un nylon, pero es para tapar la mercadería si entra a llover de costado. De todas formas, con la estructura armada, me empino intentando ubicarlo por encima. No, por más que me esfuerce no da el largo. Soy consciente de mis pies mojados (¿ya?), espero no engriparme. Después de implorar a diestra y siniestra por otro nylon, consigo que el padre del pibe que alquila las estructuras se acerque con uno de buena medida. "Que no se entere mi señora". Y me reta un poco: "Ud tiene que venir preparada". "Por favor, dígale que es para una linda mujer en apuros". "Peor todavía..." El hombre tiene puesto un piloto hecho con una bolsa de consorcio azul, no puedo menos que alabarle el ingenio. "Me disfracé de Pitufo", contesta resignado. Amarramos el nylon a la estructura con cinta de embalar, los broches no alcanzan a sujetarlo. Nos queda un refugio feo y torcido (con el nylon más largo de un lado que del otro), pero qué puedo decir, el hombre se ha empapado por treinta pesos. El viento es intenso. La estructura "camina" sola, así que el paso siguiente es buscar piedras para frenarla. Finalmente amaina lo suficiente como para que pueda armar el puesto. La mesa es demasiado angosta, pero en este día atípico es de agradecer cualquier superficie de apoyo. "¿Cincuenta pesos?", pregunta una turista señalando unos aros. "Sí, cincuenta pesos". Estoy por alcanzarle el espejo cuando una ráfaga tumba los dos exhibidores y barre con todo lo expuesto. La estructura parece tener vida propia, de la nada aparece un salvador que la aferra, yo entretanto sostengo la mercadería con el cuerpo para que no se vuele. Algo alejada, la turista ríe. "Mal día para dejar de fumar, decían en una película...", comento con una simpatía que estoy lejos de sentir. En realidad tengo ganas de llorar, no me atrevo a revisar el estado del exhibidor nuevo.
"¿Caritas, me ayudás? No quiero más esto acá..." Entre los dos desarmamos la estructura y le quitamos el nylon. "Dejate de joder, cuántas cosas hacés en dos horas, yo estoy tranquilo y me obligás a hacer tareas que detesto", se queja Caritas. Es entendible, las manos se nos llenan de óxido. Me las lavo, quito como puedo las manchas del paño, rearmo la presentación y descanso por fin, sentada en mi banqueta. "No sé si me recuerda, yo estuve con mi novia el domingo pasado...", dice un muchacho en un castellano forzado. Dios lo bendiga, viene en busca de un collar de trescientos pesos.
Ha dejado de llover, uno por uno empiezan a llegar los compañeros rezagados. Hacia el mediodía recibo un mensajito en el celular: Ojalá caigan soretes de punta. Dani, quién va a ser. Nosotros también te queremos, respondo. Me siento bien, soy un animal de feria.
http://www.youtube.com/watch?v=VmW-ScmGRMA
Ayer a la tarde anduvimos con O. por San Telmo. Me sorprendió, había más gente de lo que pensaba . Quería decirte que ya no puedo andar por Defensa sin pensar "Por acá estará Maia". Maia con sus aros, sus collares y sus historias. Ayer pensé "¿Estará Maia, con este día tan raro?". Sí, estaba. Un animal de feria,claro. Mire qué abombada yo, pensar que un agüita y una ventolina de morondanga la iban a sacar así nomás del ruedo.
ResponderEliminarBien por usté.
Un abrazo
Ja! Hoy publicaron la carta de un tal Mario en el correo de lectores de Clarín. Menciona, entre otras cosas, "las patéticas escenas de los puestos callejeros" de San Telmo.
ResponderEliminarRazón no le falta. :-)
Abrazo