¿Se lo dice a sí mismo, nos lo dice? En todo caso es un consuelo, de esos que conmueven.
"El mejor de los vinos -aludiendo al mejor vino que produjo el milagro de Jesús- está por venir para cada persona que se arriesga al amor. Y está por venir -aseguró- aunque todas las variables y estadísticas digan lo contrario: el mejor vino está por venir en aquellos que hoy ven derrumbarse todo. Murmúrenselo hasta creérselo: el mejor vino está por venir, y susúrrenselo a los desesperados y desamorados".
El Papa Francisco dando misa en Ecuador, nota de Sergio Rubin en Clarín de hoy.
El mozo espera algo más lejos a que yo termine de acomodar el abrigo sobre el respaldo de la silla. Tomo asiento y lo miro como diciendo ahora sí. ¿Me parece a mí, o se acerca resignado?
"Buen día, a cuánto está el americano?" "¿Cuánto sale?", se asegura el mozo. "Sí", afirmo con valentía (es de esos lugares donde mejor preguntar antes). "Veintiocho pesos". Fair enough. "Está bien... un americano mitad y mitad, por favor". El mozo se aleja y vuelve enseguida con el pedido, el gesto serio, casi adusto. Lo conozco de años y no recuerdo haberle visto una sonrisa.
"Sabe, sería tan lindo que sonriese al saludar...", me encuentro diciendo. "¿Sonriese?", repite. "Pero van a creer que soy un payaso, si ando sonriendo..." El final de su frasese pierde entre las mesas, el hombre ya se va, tan serio como siempre, más enojado que nunca.
El 55 dobla en Rivadavia en una mañana como cualquier otra, salvo por el grito del hombre al lado mío. El colectivero clava los frenos. Así, juro que es apenas ésta la distancia que separa al colectivo de un padre con sus dos chiquitos. El padre observa incrédulo al chofer que se le ha venido encima, la expresión de los nenes (¿qué tendrán cuatro, cinco años?) es de pavor. Uno de ellos arrastra una mochila infantil. Qué cerca estuvo. "Tienen prioridad de paso, los peatones...", no puedo menos que decirle al chofer. "¿Y cómo quiere que vea?", me responde. Miro hacia donde señala, al menos cinco pasajeros se agolpan apretujados.
No hagan esto en sus casas
Me levanto en medio de la noche para ir al baño y de paso desenchufo el celular, ya se debe haber cargado. Lo enciendo y leo un mensaje, todo esto mientras reingreso al dormitorio.
Señores, no es posible avanzar a oscuras, atentos a la pantalla de un celular... y esquivar al mismo tiempo la moldura de un placard. "¿Qué te pasó?", escucho desde hace dos días. Nada, soy boluda.