De shopping
"Yo antes era muy shoppinera", cuenta Susana. "Primeras marcas, compraba Lady Stork, Ladybug, me vestía en Etam. Daba clases en la isla y hasta ahí me iba de tacos, era parte del trabajo, los chicos venían a abrazarme... a los chicos les gusta verte bien vestida".
Dice Susana, y a mí se me cruza la imagen de Evita.
"Hasta que un día me pagaron en patacones. No te miento, un fajo así, porque había cobrado también el aguinaldo. Y fui al shopping y no pude pagar ni un mísero café. 'Ustedes tienen que aceptarme este dinero, es moneda de curso legal, lo dispuso el mismo gobierno'. No hubo caso, nadie los quiso. Un shopping al que iba siempre, podés creer. Ahí me hizo como un click, me di cuenta de que yo sin guita no era nadie y pensé: '¿Qué estoy haciendo? Al final laburo para pagarle a otros...' y empecé a recortar gastos".
La historia es interesante, le pregunto cuáles.
"Tenía teléfono fijo y celular, me quedé con el celular. Tenía IOMA y la obra social de mi viejo (si vos seguías pagando podías mantenerla) y además me había anotado en el Británico porque quería experimentar una medicina de excelencia. Me quedé sólo con IOMA. Di de baja el cable".
-¿Pero tenés tele?
-Sí, miro canales de aire. Y escucho mucha radio. Sobre todo Radio Mitre, que será lo que será pero te bate la justa. Estoy muy informada, hay gente que no sabe que degollaron a un periodista.
Corté el gas, sigue Susana.
-¿Y cómo te las arreglás?
-Con un anafe.
-¿Y sos feliz?
-Estoy tranquila, no me preocupo por el saldo de las tarjetas, ni los resúmenes del Banco.
Las chicas de Starbucks son muy amables, comenta luego. "Te dan agua caliente, vos te traes un poco de café...".
Esta luz impiadosa
Qué vieja estoy, pienso mirándome al espejo. El público de la feria pasa y pasa, me mantengo en un segundo plano, después de todo quien debe lucirse es el puesto. Así y todo no puedo evitar condolerme: arrugas por aquí, arrugas por allá (arrugas de collar, me enteré que se llaman), un mechón de canas sobre la frente y esta luz impiadosa que resalta cada defecto. Bueno, después de todo estoy casi en mis sesenta, no está tan mal por ser una viejita.
Una linda vieja. Ya no hay conflicto.
Vacaciones
El Hombre se fue a Mendoza, tres días. Y yo me propongo aprovecharlos a full. A las cinco (¡!) de mi primer mañana sola, me levanto con el propósito de limpiar a fondo el baño. Su idea de la audacia era vestir un pantalón blanco. La frase, rescatada de vaya saber dónde, salta como Jack in the box mientras froto el lavatorio.
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